Según pude ver por el Noticiero de la Televisión, el profesor Calviño continúa ofreciendo conferencias a importantes directivos del país sobre el urgente y necesario cambio de mentalidad en el pueblo y en la dirigencia cubanas.
El profesor Calvino –ya lo he dicho en
otras ocasiones –es nuestro sicólogo mayor, o al menos el más conocido, y de
hecho el más carismático, querido y respetado por la población cubana de la Isla. Su espacio Vale la pena le ha servido
para ganarse la simpatía de una ciudadanía culta, y es punto de referencia
muchas veces en cualquier sitio donde se discute un tema cotidiano.
Según pude interpretar de la noticia
televisada, el “profe” se ha convertido en algo así como el caballo de batalla
tomado por la alta dirección del país para hacer entender a la dirigencia
cubana los cambios que pretende ejecutar en el contexto político del Partido.
Yo obtuve –por la izquierda, por supuesto
–una larga conferencia suya de estos avatares. Más de una hora explicando,
lanzando símiles, recordando anécdotas, ilustrando con parábolas como
Jesucristo, a ver a si por fin nuestros dirigentes entienden que cambiamos o
nos hundimos. Y lo más presente que guardo en la memoria de dicha conferencia
es cuando afirmó que no puede esperarse un cambio de ideas en la población sin
un cambio de mentalidad en la dirigencia que, de hecho, está en el Partido.
Junto a Calviño, otros investigadores
–recuerdo en específico a un economista de apellido Triana –plantean lo mismo.
Y una amplia gama de intelectuales más, sobre todo periodistas, politólogos y
blogueros, brindan opiniones muy originales y dignas de ser escuchadas al
menos.
Lo que no admite réplica es que el cambio
debe efectuarse en la dirigencia. Porque en el pueblo ya se ha operado un
cambio que, por cierto, tiene tantos matices que a veces asusta. Ya muchos
opinan como única salida no solo la emigración definitiva, sino se está
gestando el feto más temido por el Apóstol: el anexionismo.
Y ante tal llamado de alerta quiero
presentar mi granito de arena mediante cuatro pasos a seguir, y así ponernos a
tono con las hermanas repúblicas socialistas latinoamericanas, incluyendo a las
más radicales.
El primer paso sería la libertad de expresión
por cualquier medio; y de información, venga de donde venga, incluyendo el
acceso a Internet. Un pueblo culto, capaz de pensar correctamente y proponer
caminos para el futuro de la
Patria, ha de tener derecho a una comunicación total, y a que
se le escuche. La centralización de los medios difusivos, la política de
ocultamiento, mansamente llamado secretismo, y el doble rasero noticioso, han
sido el principal motivo de incredulidad en la población cubana. Ocultar la
verdad o disfrazarla, es la manera más sórdida de mentir. Y la falacia mayor
radica en predicar el cambio de mentalidad y no permitir que se efectúe.
El segundo paso estaría en consentir un sindicato
libre, fuera de toda injerencia estatal ni partidista, capaz de aglutinar
gremios competentes a la hora de promover el equilibrio salarial hasta
adecuarlo en correspondencia con los altos precios de los artículos de primera
necesidad. En una verdadera Revolución de trabajadores es inaceptable la
imposición de un sindicalismo estatal, puesto que el Estado suple el rol del
amo capitalista y se convierte de hecho en explotador de las masas. Deja de
existir la explotación del hombre por el hombre, para el nacimiento de la
explotación del hombre por el Estado. Ahora que el país cuenta con diferentes
gremios de trabajadores por cuenta propia, es factible la implementación de
estos sindicatos independientes.
El tercer paso obraría en la autorización
de consumo y libre comercialización de toda suerte de artículos y alimentos, sin
limitaciones, incluyendo la carne de res, sus derivados y productos del mar,
exceptuando solo las armas y las drogas. El problema mayor de la sociedad
cubana radica hoy en la restricción alimentaria, el costo elevado de la comida
en general y el estrecho margen para su mercantilización.
El cuarto paso consistiría en la legalización
de grupos opositores pacíficos, facilitándoles los medios difusivos más
importantes para llevar a la población sus ideas y proyectos. Y a partir de
ello, podría desarrollarse una batalla de ideas justa y verdadera, en la que el
pueblo, como árbitro supremo, determinara el camino a seguir.
Un cambio de mentalidad verdadero y
profundo trae riesgos políticos complicados y difíciles. Pero hay que asumirlo
antes del colapso. Tiene que ejecutarse aparejado a un cambio de actitud y
funcionabilidad estatal sin precedentes. Abrir, no cerrar. Acercar, no alejar.
Ofrecer, no quitar.
En Venezuela, Ecuador, Bolivia y
Nicaragua, las más radicales repúblicas socialistas de nuestro hemisferio, se
respetan estas cuatro propuestas y todavía muchas aperturas más no mencionadas
aquí. Rechazar estos pasos traerá por consecuencia un aislamiento mayor y por
lo tanto, convertiría a Cuba en la oveja negra del grupo de países socialistas
latinoamericanos.
Pedro Armando Junco
Amigo Junco,leí tú artículo,muy bueno pero tengo q señalarte q no es un granito d arena lo q aportas,es un camión d bloques... y otra cosa....Esos cuatro puntos son los cuatro mas odiado por tú gobierno,es pedirle q dejen d existir,es pedir lo q todos les hemos pedido por 55 años,¡¡¡Que se vayan¡¡¡.Los países q pones d ejemplo son democracias,q con fraudes y muchas cosas mas pero d alguna manera fueron elegidos o por lo menos la población participó en su elección,Cuba es una dictadura y d las duras....Lo q no se ha podido hacer en 55 años cien mil Calviños no lo lograran.Amigo,te vuelvo a felicitar por tú valor,por pedir algo imposible a la dictadura y en su misma cara,eso tiene mucho mérito.
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