domingo, 31 de enero de 2016

Una pregunta para responder

Hace apenas dos semanas a una asesora cultural de esta ciudad, amiga mía, le ordenaron visitar la cárcel de mujeres de Camagüey, conocida como kilo 5, puesto que desde allí solicitaban servicios de asesoramiento cultural para tres reclusas que escriben, cantan y bailan respectivamente. Dicha asesora, consecuente con las ordenanzas superiores, aunque disgustada por la encomienda, se trasladó a la penitenciaría. Fue recibida por una instructora que, ante su deber de explicarle al detalle las causantes de aquellas presidiarias en aquel establecimiento, a cierta distancia de las mismas le explicó:

–He aquí las tres primeras reclusas que usted va a atender: aquella de mayor edad escribe poemas románticos y necesita recomendaciones especializadas. La siguiente es médica, imparte clases a otras penadas de nivel inferior y canta muy bien, por lo que reclama orientación vocal. La más joven es muy buena en el baile y pretende matricular en la danza. La que escribe poemas de amor asesinó al marido en un arranque de celos. La doctora que canta e imparte clases, quería salir de "misión internacionalista" pero ante la negativa de su madre a cuidar de sus hijos, la desangró hasta la muerte. La bailarina mató con siete puñaladas a su propia niña de tres años…

De más está contar que mi amiga casi colapsa de los nervios. Regresó a la sede de su trabajo en el sectorial de cultura y comunicó a su jefe de departamento que prefería perder el empleo antes de ver por segunda vez la cara de aquellas asesinas, felices de conciencia y de pulcro uniforme, cuya estadía en celdas limpias y confortables le parecieron más que calabozos, habitaciones de hotel. Ellas no tienen que ganarse el pan de cada día como la cubana en libertad que a diario, luego de atender a sus hijos y a su hogar, se ve obligada a bregar con un salario escueto para conseguir alimentar y vestir a su prole. Tampoco tienen que convertir parte del salario en divisas para adquirir el aseo personal, las ropas y zapatos que gastan, como le sucede a cada mujer trabajadora en este país, porque todo, absolutamente todo, hasta el lavado de su ropa es asunto del reclusorio. Estos monstruos viven allí en Kilo 5 como en palacio real. La que asesinó al marido ahora escribe poemas de amor, quien sabe si para su próxima víctima; la doctora matricida alza su voz y canta elevados acordes musicales, sin remordimiento alguno por su crimen; la que mató a cuchilladas a su propia hija –hecho casi inconcebible para la mente humana– sueña llegar a ser bailarina.

Luego alcancé a ver por la televisión nacional la entrevista concedida por el Fiscal General de la República el diez de diciembre –Día Internacional de los Derechos Humanos–, en la que éste contaba el respeto de "Cuba" a la totalidad de esos derechos en los presidios del país. Al referirse a las reclusas, subrayó que estas tienen derecho a procrear dentro de las cárceles y se les garantiza todo tipo de cuidados, tanto a ellas como a la criatura que echan al mundo. De hecho, los presos y las presas cubanas tienen la opción al "pabellón", sitio donde el confinado recibe a modo de posada la visita de su pareja para, durante algunas horas, disfrutar relaciones sexuales en privacidad. Otras oportunidades de los encarcelados son el derecho a trabajar y ganar salario, recibir visitas periódicas con jabas de alimentos, ganar pases reglamentarios por buen comportamiento, la oportunidad de graduarse como profesionales si la sanción es larga, así como obtener libertad condicional luego de una fracción de la condena.

En fin, el acondicionamiento de los presidios en Cuba es casi una invitación turística a delinquir. En el argot irregular de los encarcelados, caer en cautiverio es asistir a "la beca". Pienso que si el Fiscal General de la República –a quien personalmente agradezco su interés por el caso de asesinato de mi hijo– cree que los reclusos por hechos violentos llegarán a ser reeducados y saldrán de presidio siendo personas moralmente preparadas para servir a la sociedad y transitar inofensivas por las calles, está equivocado por completo. La prueba debe buscarla en los archivos donde se verifica que en la mayoría de los casos donde se facilitó a ejecutores de hechos de sangre salir a mitad de condena, demoraron poco tiempo en regresar a presidio por un nuevo asesinato a la salvaguarda de que la pena máxima está congelada.

A veces me cuestiono si el gobierno de nuestro país actúa con total franqueza y buena fe en lo referente al respeto incondicional de los derechos humanos si, entre otros derechos fundamentales de los que hoy no hablaré, es coherente haber congelado la pena de muerte por el derecho a la vida, cuando el aborto está oficialmente permitido.

Y me gustaría preguntarle, no ya al Fiscal General que cumple con su deber de hacer cumplir las leyes establecidas, sino a quienes las  instituyen, ¿qué beneficios quedan a la ciudadanía ordenada, pacífica, trabajadora, respetuosa de la ley, ante las prerrogativas de esos delincuentes y asesinos? 

    

Pedro Armando Junco

3 comentarios:

  1. Junco, hay casos y casos no estoy de acuerdo ni estare de acuerdo con los asesinatos pero he conocido asesinos que lo han hecho por un momento difici y pasional que despues de cumplir con la condena han salido y han llevado una vida normal, no lo creo asi con los asesinos de tu hijo que son asesinos por naturalezas esos si se merecen el fucilamiento pero no todos los casos son iguales y anque sean asesinos son seres humanos

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  2. No se si tendrás hijos , pero es muy fácil decirlo, hay que sentirlo en carne propia a ver si piensas igual. Quien mata sin piedad debe pagarlo con la pena de muerte, es cierto que hay casos y casos, pero él de Mandy si debe llevarse a la máxima pena, no sólo por justicia, también como medida preventiva para futuros asesinos, y serán seres humanos como dices , pero el que asesinaron también lo era y muchísimo mejor ser humano que éstas lacras.

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  3. Siento mucho lo de su hijo. Yo soy de camagüey, nací y empecé mi carrera de ballet ahí. Mis padres aún viven ahí y me duele mucho q su hijo haya sido víctima de la degradación de los valores humanos en los q ha caído nuestra sociedad. Leer envío un abrazo bien fuerte y decirle q, aunque no puedo sentir el dolor a su nivel, siento muchísima pena y empatía. Que Dios le de fuerza.

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