Por estos días La Hora de Cuba está de aniversarios, y uso el plural pues se trata de dos fechas significativas. La primera, aquel 13 de noviembre de 2013 en el que salió el primer número de la entonces revista impresa, que circuló durante más de cinco años de manera clandestina y resistiendo las amenazas de la Seguridad del Estado. Más tarde, el 10 de diciembre de 2018, con la llegada de los datos móviles a la isla, ocurrió el segundo bautizo del ahora medio independiente digital. Sobre lo que ha significado este proyecto y su relevancia en el ámbito social cubano hemos conversado por estos días con Pedro Armando Junco, escritor, periodista y promotor cultural, quien vive, como gran parte de quienes colaboran con el medio, en la ciudad de Camagüey.
P: ¿Cuándo fue su primera colaboración para el medio?
Si no me falla la memoria, en enero de 2016 entregué a La Hora de Cuba mi cuento La ciudad de Dios. Era una publicación en papel que, debido a las limitaciones de siempre, solía brindar pocos ejemplares. Nunca tuve la curiosidad de preguntar nada al respecto, pues se trataba de una invitación que me hizo un joven periodista defenestrado de su carrera y me solidaricé con él. Mediaba mi agradecimiento, pues la vez del juicio a los asesinos de mi hijo, él le había dado cobertura a la noticia y se supo dentro y fuera del país. Brindé también trabajos de opinión: Mutaciones históricas, Mr. Tate, un cubano de Tennessee, Una crónica del periodo especial, y uno de mis cuentos favoritos: El destino de los perros.
P: Usted que vivió las dos etapas, ¿cómo valora la evolución desde la revista impresa al ámbito digital?
Como ya dije, los materiales para una revista en papel limitan su alcance. Estuve alejado de sus publicaciones por otras ocupaciones más urgentes en mi vida cotidiana, pero nunca de mis compañeros de obra, a pesar de que ya algunos de ellos se han marchado del país, han cedido al acoso o, simplemente como yo en aquella oportunidad, han tenido que dedicarse a sobrevivir en el día a día. Sin embargo, pienso que en esta era digital La Hora de Cuba ha ganado una cantidad de lectores mucho mayor y más fáciles de alcanzar.
P: Usted es uno de los puntales dentro del medio, sobre todo en los géneros de opinión y crónica, ¿ha tenido evidencias del impacto social de su trabajo?
Primero que todo debo decir no me considero entre los principales del medio. Apoyo a la revista porque en ella, a la vez que hallo un cierto escudo de protección ante los depredadores, alcanzo la multiplicidad de personas que me leen y me regalan sus corazoncitos y deditos arriba. Eso es muy gratificante. Y si de algo me sirven la experiencia de los años vividos y las horas de insomnio haciendo mis análisis —hasta pudiera vanagloriarme de decir "filosóficos"—, pienso que no puedo menos que compartirlos en las redes; y a quienes les sirvan, que los tomen; y a quienes no les interesen, que los olviden. Cuando no se tiene nada más que regalar, al menos, se brindan criterios.
P: ¿Qué consecuencias negativas le ha acarreado ejercer el periodismo independiente en La Hora de Cuba?
Creo que ninguna. ¿Que me siguen los pasos como la vez que fui a la playa con mi familia? Mejor: hasta me siento protegido. ¿Que colocan a alguien en la acera del frente a mi casa? Pues, lo llamo a conversar y hasta le brindo agua fría. ¿Que me visite un alto oficial de la Seguridad del Estado para darme buenos consejos? Pues lo trato como amigo, le escucho sus consejos y aprovecho a darle los míos, que son siempre que no repriman al pueblo, porque él y su familia son parte del pueblo.
P: Desde nuestro medio ha lanzado propuestas para la transición hacia la democracia en Cuba, ¿cree en el periodismo como un vehículo para el diálogo que propone?
Por supuesto que sí. La nación cubana se está desintegrando. No creo que haya un cubano digno que no lo sufra. Vivimos bajo un sistema incapaz de resolver los problemas sociales, pero sí lo suficientemente bien estructurado como para sofocar cualquier intento de rebeldía nacional. Mediante una misiva le envié una propuesta a Díaz-Canel antes del 11J, y hasta le predije que éste sucedería. En vez de escucharme, me echaron de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Luego, ya desligado por completo de la organización oficialista, le escribí otra vez y propuse una hoja de ruta que muchas personas inteligentes dan por razonable. Siempre alejada de la violencia, pero sin descartar la desobediencia civil, que fue el método de Gandhi.
P: ¿Cómo ve a La Hora de Cuba en el futuro?
Dirás, ¿cómo quisiera verla? Pues totalmente reconocida. Porque uno de los pedidos de mi proyecto para salvar a la nación cubana, es la libertad de prensa. Y ese será el puntal más efectivo para nunca más caer en un régimen autoritario: que todos podamos decir lo que pensemos sin temor a que nos persigan y castiguen. De hecho, y gracias a estos medios modernos de comunicación que son las redes sociales, hemos ganado algo. Treinta años atrás, publicar esto que escribo ahora me remitía directamente a la cárcel. Amenazas existen, claro. Pero hay quienes preferimos correr el riesgo a servir de esclavos.
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