En el Manual del perfecto idiota latinoamericano -publicado en 1996 por Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa- se compara a los gobiernos izquierdistas con los dinosaurios y son divididos en dos grupos: vegetarianos y carnívoros.
Los vegetarianos son aquellos que mantienen cierto respeto por la democracia, que alcanzan el poder en las urnas y después de su periodo presidencial se retiran silbando. Estos, según el libro, son menos dañinos, porque a pesar de los problemas económicos que pudieran causar, sirven como vacuna en la memoria de sus pueblos.
Claro que la derecha tiene gran parte de la culpa en el ascenso de los gobiernos izquierdistas, por las desmedidas ambiciones de algunos de sus representantes y el pésimo arreglo de los problemas sociales. Es allí cuando la izquierda carnívora aprovecha la fisura que ofrecen las elecciones democráticas multipartidistas, conforma alianzas hasta con sus propios rivales y no desiste hasta tomar el poder.
Dentro de esa tendencia política que promete igualitarismo para todos, que deja ciegos a los pueblos, aparece esta nueva especie de izquierdistas depredadores, ya convertida en mafia, que no solo arrasa con las ideas liberales y las de derecha en general, sino con cualquier tipo de libertades civiles, incluyendo a las de centroizquierda.
Estos dinosaurios carnívoros -a propósito del texto citado- acuden a cualquier tipo de artimañas para alcanzar el gobierno, y luego de tomarlo, allí se plantan frente a todos y ejecutan hasta las más aberrantes disposiciones con tal de no retirarse: encarcelan, maltratan, asesinan, irrespetan derechos humanos y, además de acabar con la infraestructura y el bienestar de los países, causan un enorme daño antropológico: la fracturación de la familia, el ateísmo y la implantación de nuevos principios morales, que de no combatirse, causará grandes estragos en el futuro.
Ahora -a raíz de la cumbre de la CELAC celebrada en Argentina- algunos como Lula da Silva y Alberto Fernández, apoyados por otros miembros, hasta plantean crear en América Latina algo similar a la Unión Europea: una zona franca, una moneda común, una comunión política fortalecida, cuando en realidad lo que se proponen es un nuevo Pacto de Varsovia latinoamericano que les permita intervenir en los asuntos internos de otros países para sembrar el caos social, como actualmente está sucediendo en Perú.
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