A algunos nos ha sorprendido por qué Sergio Massa, candidato oficialista del peronismo, ha desplazado a Javier Milei a un segundo lugar y amenaza con ganar en el balotaje el 19 de noviembre la presidencia de Argentina.
Es sorprendente cuando todos los argentinos conocen y sufren en carne propia la crisis económica que vive el país, habiendo sido precisamente este candidato el ministro de Economía que gestionó la debacle financiera de los últimos años, casi comparable con Cuba y Venezuela. El dólar estadounidense a más de mil pesos argentinos y casi la mitad de la población bajo el nivel de pobreza.
¿Cómo puede entenderse que cerca de un 36% de la población haya votado en las urnas, libremente, por este hombre?
Del otro lado Milei, el libertario. El hombre que ha llenado los ojos de la juventud con promesas del radicalismo más exacerbado, desenmascarando la casta política del izquierdismo inútil, con un lenguaje de franqueza tal que a veces cae en una vulgaridad criticable.
¡Claro que Argentina con Massa no podrá salvarse! Porque Massa, como muy bien dice Milei, es uno más de la casta podrida y corrupta que hoy gobierna ese hermoso país. Sin embargo, hay que entender que el pueblo argentino es un pueblo culto, muy cercano a nosotros a pesar de la distancia geográfica, y temen a un Mesías como el nuestro, que llegue prometiendo todo lo contrario de lo que no va a cumplir.
No obstante, yo argentino, preferiría a Milei con todos sus abruptos, sus proyectos radicales y sus discursos antipolíticos y antiaduladores; porque lo que sí podremos asegurar es que más de lo mismo no genera cambios.
Esperemos que estas cuatro semanas restantes para el balotaje, traigan lucidez a las mentes de todos los argentinos, sobre todo en los indecisos, en los de otros partidos ya fuera del debate, y en los que se han dejado convencer por la dulce verborrea y las dádivas económicas de Sergio Massa.
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