sábado, 7 de octubre de 2023

Los momentos que nos salvan


Todas las mañanas, en los sitios distribuidores de pan se reúnen muchas personas, sobre todo ancianos. Es la concatenación de la necesidad y el aburrimiento quien lanza a la calle esa población de la tercera edad en busca del mísero alimento y para gastar su tiempo en algo útil a la familia. A partir de allí no hay nada más que hacer y cunde la inopia y el vacío.

Pero los viejecitos camagüeyanos no se dan por vencidos; ahora se distribuyen en diferentes sitios de la ciudad y conforman novedosas escuelas de Taichi que les sirven de ejercicios físicos y mentales para su equilibrio interior y la liberación de esa energía negativa que cunde por todas partes; además, al correr los días y las semanas, cada grupo se convierte para el nuevo integrante, en algo así como una familia bien correspondida.

Prueba de ello ha sido una actividad recientemente celebrada en la SEPMI con los recursos y financiamientos propios de sus participantes, la distribución de maniobras y tareas a ejecutar entre ellos mismos y la maravillosa conducción de su joven instructora.

Allí están las fotos del grupo y del agradable buffet. Allí se pueden ver los rostros de ancianos rejuvenecidos por la solidaridad y la esperanza, por haber encontrado un Oasis en medio del desierto de estas vicisitudes materiales y agonía espiritual que nos envuelve.

 

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