El presidente estadounidense Joe Biden se ha reunido el viernes con líderes de 11 países latinoamericanos, buscando implantar junto a ellos algo así como lo que fuera en los años 60 la Alianza para el Progreso, ahora llamada Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas.
Es una idea magnífica que debieron implementar desde hace mucho tiempo y que a mi juicio habría evitado la compleja situación migratoria en la frontera con Estados Unidos, al crear nuevas oportunidades en los países del continente.
Claro que hay mucha tela por donde cortar al respecto. No obstante, cuando en Cuba las inversiones norteamericanas "invadían" la isla, las personas no escapaban en masa, sino que trabajaban y nuestra moneda circulaba al nivel del dólar.
Ah, pero alguien vino y dijo que nos estaban robando: se confiscaron las propiedades norteamericanas para "entregárselas al pueblo". Así, hoy Cuba agoniza en la miseria más espantosa de su historia y se sitúa como uno de los países con mayor número de emigrantes de Latinoamérica.
Por eso esta reunión de Biden con las democracias latinoamericanas puede resultar un paso concreto que ayude a eliminar las grandes masas de migrantes desesperados, siendo capaz de combatir la miseria en esos pueblos mediante el desarrollo y el trabajo.
Claro que la oferta es sólo para gobiernos democráticos; por lo que Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia no tienen cabida hasta el momento en este proyecto. Y no hay por qué extrañarse de que Chile y Colombia hayan corrido también, igual a niños pobres cuando se enteran del cumpleaños del vecino en que se romperá una piñata, y los hayan aceptado con los brazos abiertos.
Para que el futuro de América Latina sea la democracia, habrá que dar un espacio a todas las tendencias políticas dentro del marco de la libertad, hasta que los pueblos entiendan que esas fantasías dibujadas por la propaganda del socialismo del siglo XXI, no son más que ilusiones idílicas para engatusarlos y mantenerlos en la miseria.
Ojalá el proyecto de Biden tenga éxito y atraiga la mirada de nuestras autocracias, porque quizás así se abra la brecha de la libertad y demos el paso definitivo hacia un desarrollo democrático total en nuestro continente.
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