Un blog para debatir, sin parcialidad ni censura, los cuestionamientos más urgentes de la sociedad cubana.
miércoles, 7 de marzo de 2012
Junto a mi carretilla de viandas y hortalizas
Mi amigo ni se inmutó cuando le dije que yo había colocado, en la cochera de mi casa, una carretilla para vender viandas y hortalizas. Pensé que iba a sorprenderlo con eso y se pasmaría cuando escuchara que un escritor tiene que resolver el déficit financiero de su hogar por medio de una venduta porque no goza de remuneraciones estatales, no le publican libros, ni le ofrecen trabajos relacionados con el mundo cultural que lo rodea. No obstante, el sorprendido fui yo cuando me asaltó con un versículo salomónico del Eclesiastés:
Me he dado cuenta de un error que se comete en este mundo, y que tiene su origen en los propios gobernantes: que al necio se le da un alto cargo, mientras que la gente que vale ocupa puestos humildes. He visto esclavos andar a caballo, y príncipes andar a pie como si fueran esclavos. (Eclesiastés 10: 5, 6 y 7)
–Conozco médicos –me contó muy calmado –que se convierten en zapateros remendones cuando llegan a su casa por las tardes: han habilitado una habitación y allí, con el auxilio de una bigornia y un martillo, se buscan el dinero que les falta a su salario para sobrevivir. He visto abogados en una bicicleta destartalada, que suelta la cadena cada diez pasos, regresar de su bufete colectivo enrojecido y sudoroso. Sé de profesores universitarios que “botean” con sus carros viejos y sirven de taxis, clandestinamente, luego de sus jornadas docentes, frente a las terminales y las clínicas. Boccacio fue bodeguero y Diógenes dormía dentro de un tonel. Plácido sobrevivía como peinetero. ¿Crees entonces que puedo sorprenderme porque te hayas buscado un puesto de viandas para no morir de hambre ni verte obligado a sucios manejos, ni a vender tu alma? Por otra parte, de ninguna manera ha de ser motivo de vergüenza para ti, sino para aquellos que, conociendo tus capacidades, intentan humillarte alejándote de prerrogativas dignas de tu persona. A quienes nunca encontrarás en esas humildes profesiones será a los miembros de la clase dirigente ni a los burócratas. A ellos “no se les permite” tamaña humillación. Ellos mantienen viviendas confortables, con todo lo necesario para la vida holgada de su familia dentro. Algunos hasta tienen amantes que, cuando las abandonan, les ceden, como regalo por sus servicios, la casa y el carro. ¿Y quién tiene la culpa de que todo esto suceda…?
No quise colgar este comentario en aquel momento, pero días después, otro gran amigo, con un criterio menos radical y bastante opuesto del primero, me visitó en el puesto de viandas de mi cochera, me felicitó por la idea, pero me reprendió por las críticas constantes de mi blog y por mi abandono literario:
–El blog te saca de lo artístico, de lo creativo, de tu obra original, que será a fin de cuentas quien te dé unos años de posteridad. El blog es periodístico y tú no eres periodista, sino narrador y poeta. Además, tu crítica es constante, incisiva, mordaz: ¿tus trabajos no encuentran nunca nada que encomiar?
Eran dos cuestionamientos dignos de ser respondidas y a ello voy:
Cuando obtuve el Premio David en 1987 y salió a la luz por primera vez La furia de los vientos obtuve el derecho de pertenecer a la Unión de escritores y artistas de Cuba, cuyo principal requisito para escritores es tener un libro publicado. La publicación de mi ópera prima me hizo viajar en tres o cuatro ocasiones a la capital: premiación, entrevista con el editor, pruebas de galera, firma de la portada, etc., que gracias a no existir todavía el Período Especial me resultaron factibles económicamente; sin embargo, lo engorroso de aquellos viajes junto a la pérdida de tiempo en ellos, me hizo ser de los primeros que dimos el grito de la urgencia de una editorial camagüeyana. En varias reuniones y asambleas de la UNEAC, tanto yo como otros compañeros, solicitábamos al Gobierno se estableciera una casa editora en nuestra provincia que diera cobertura a nuestra creación literaria y, ¿por qué no? a diferentes creadores no iniciados en la organización.
No creo que hayan sido nuestras modestas peticiones, pero en los años noventa surgió ÁCANA, la editorial que tanto soñamos. Sin embargo, solo en los años 2000 y 2008 se me reeditó La furia de los vientos a pesar de haber presentado reiteradamente otros cuadernos de poesía y narrativa que, junto a casi una docena de obras terminadas, duermen y sueñan con ver la publicidad en mi colchón hogareño.
Mi libro de cuentos Tertulia con los fantasmas, cuyos relatos en su mayoría han sido premiados dentro y fuera de Cuba y algunos de ellos publicados en antologías y revistas de prestigio nacional y extranjero, fue rechazado dos veces por ÁCANA “por no atesorar elementos literarios dignos de publicación” según el criterio de los “lectores especializados” de dicha editorial. Y así también sucedió con mis cuadernos de poesía que, puede que no sean del más elevado vuelo, pero al compararlos con otras publicaciones de allí –pienso yo con toda inmodestia, por supuesto –, no tienen nada que envidiarles. Luego de estos golpes, en tertulias donde los autores locales leen sus narraciones, he podido constatar la mediocridad de forma y contenido en algunos de ellos ya publicados por ÁCANA, que yacen en los almacenes de las librerías cubiertos de polvo y con las hojas amarillas por la erosión del tiempo.
Todo esto me hizo pensar que la “tertulia de mis fantasmas” les molesta a Algunos y desistí de presentar textos a la editorial. Pero sucede que cuando se siente la necesidad de exponer los razonamientos originales que se acumulan dentro, cuando se vive y se respira la atmósfera social cargada de errores que a todos nos tocan, algo así como un empacho digestivo nos sobrecarga la existencia, el cerebro amenaza con estallar y no queda otro remedio mejor que buscar desesperadamente la medicina que nos sirva de purgante para evacuar esos dolores. Y apareció el blog. El bendito blog. El blog salvador que evade toda censura y manipulación externa.
Lastimosamente, pocos cubanos tienen acceso a Internet y consiguen visitarlo. Me uno al slogan de Eliecer Ávila: “Quítenme la comida, pero no me quiten la información”. Que, aunque todos tengamos criterios similares o muy parecidos, si no logramos intercambiarlos mediante la comunicación, de poco sirven para conseguir el cambio que, en generalidad, todos deseamos a voces, y los CUELLOS BLANCOS se han empecinado en detener a toda costa. Afortunadamente, el blog se extiende, cada día es más visitado y cobra notoriedad en internautas de diferentes países.
A pesar de los CUELLOS BLANCOS, la anuencia del actual presidente a que nos expresemos con entera libertad está de nuestra parte. No por ello siempre habrá quien intente escarbar hasta la brecha que convierta en punible nuestros escritos para sacarnos del medio. No faltarán zancadillas justificables ni omisiones aparentemente inocuas. Pero, como estamos convencidos de nuestra buena voluntad, de ese deseo de ayudar al mejoramiento humano –recuérdese la fe de Martí en esa idea –, que es el mejoramiento poblacional general, con todos y para el bien de todos, nuestro interés por convertir lo infuncional en funcional y echarlo a andar, nuestro afán de ver a la ciudadanía trabajando honradamente, pero con todas sus perentorias necesidades resueltas, no nos permite cerrar la boca a la hora de decir nuestra verdad que, puede que esté errada en muchos aspectos, pero es nuestra y debemos defenderla hasta que nos convenzan de lo contrario.
Si no estoy de acuerdo en que se cierren calles muy transitables con el pretexto de poner en ellas una cafetería en divisas para extranjeros, en detrimento del bienestar poblacional; si critico –y pienso hacerlo próximamente –que el presidente del Gobierno de nuestra provincia tenga que estampar su firma en un documento que otorga la instalación de un teléfono a un ciudadano común particular con tantas calles rotas por arreglar, tragantes obstruidos por destupir, edificaciones en peligro de colapso por salvar, precios de artículos y salarios que equilibrar, y así tantas y tantas cuestiones de mayor urgencia y envergadura que atender su personalidad, no creo estar errado en sacarlo a la luz, sino contribuyendo a una mejor inteligencia gubernamental.
Los blogueros somos un nuevo elemento social que, a pesar de estar marginados en las directivas oficialistas del Gobierno, sin contar con salario, carro, combustible y chofer estatal, así como celular y muchos artículos más solventados por el Estado, insertamos ideas positivistas que, al parecer, los anteriormente citados no alcanzan a ver desde su elevada altura, acaso cegados por el resplandeciente brillo de su albo cuello.
De manera que puedo responder a mi segundo amigo, que sí pueden existir muchos elementos que encomiar. La Feria del libro, recientemente concluida, será el objeto de mi próximo posted. Respecto a mi obra literaria, a mis ambiciones y sueños de publicación, nunca pierdo la esperanza de que verán la luz algún día aunque sea póstumamente. Por fortuna, la literatura no muere con el autor y hasta pudiera suceder –perdonando las distancias –que después de muerto, cuando esos elementos bloqueadores no adivinen fantasmas en mis narraciones y poemas, engrose el grupo de esos autores que, en vida humillados, silenciados, abandonados, repudiados y apartados del escenario nacional –Virgilio Piñera y José Lezama, entre otros –, ahora se les reconoce, se les rinde homenaje, se les enaltece como pude constatar en la recién concluida Feria del libro, y se dice de ellos que pertenecen a la más elevada pléyade de intelectuales para vender gran cantidad de sus diversas obras, dando a entender que hay que morir primero en la oscuridad para ser reconocido póstumamente.
Mientras, aquí, al lado de mi humilde carretilla de viandas y hortalizas, a punto de convertirme en vegetariano, espero...
Pedro Armando Junco
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