El 18 de junio del presente año,
en mi Comentario sobre la Asamblea Anual
de la UNEAC, cometí
el error de trocar el nombre del destacado cantautor cubano José Valladares.
Pido encarecidas disculpas a
José Valladades y a quienes siguen mi blog, y les aseguro que dicha
inadvertencia fue producto del apresuramiento con que a veces me veo obligado
al escribir un posted.
Si alguien, no bien
intencionado, ha visto en mi error segundas intenciones, lo remito al contexto
de mi exposición.
Muchas gracias,
Pedro
Armando Junco
“La
cosa pública”
Así llama un amigo hacia donde
va dirigido nuestro interés en los debates de las bloguerías. No está mal
ponerle nombre propio a la razón que nos impele, a riesgo de las peores
interpretaciones del intento, a poner el punto sobre cada i de desorden, mala administración, arbitrariedad e indolencia por
parte de aquellos que tienen que ver con el mejor funcionamiento de nuestra
sociedad. Y está doblemente bien el calificativo porque nosotros, sin ningún
tipo de interés económico ni publicitario, exprimimos nuestras neuronas a favor
de los ciudadanos de a pie, grupo al que –¿por qué no? –orgullosamente
pertenecemos.
Ante todo debo reiterar que soy
partícipe de los foros públicos, de las discusiones abiertas, de la absoluta
libertad de pensamiento y expresión, del respeto a la opinión ajena, porque el
más grande de mis maestros –José Martí y Pérez –me lo repite constantemente en
cada línea que dejó escrita. Y debo insistir también en que hay foros
verdaderos y foros ficticios, que son estos donde nos dejan hablar y hablar,
para luego hacer caso omiso de las inquietudes más urgentes a resolver para
toda la ciudadanía. Y es allí el caldo de cultivo al desinterés de los intelectuales
por realizar intervenciones dolorosamente quirúrgicas.
El proyecto de los cines está
bien. Y hasta felicito a estos amigos que lucharon por un espacio moderno y
funcional que dé cobertura a los cinéfilos de la ciudad. Eso es magnífico,
siempre que reeduquemos a la población para que guste de asistir a ver
películas en la pantalla grande, porque lo que he observado últimamente en mis
últimas visitas al cine Guerrero, es que cuatro asistentes a una proyección no
es siquiera rentable para un proyecto de tal envergadura. Habría que tener en
cuenta no solo la costosísima inversión de ese proyecto, sino la reproducción
de filmes sin censura, la resistencia de la televisión a color y los DVD en los
hogares, los precios en las ofertas gastronómicas de sus salones interiores…
(yo no he visto el proyecto, como bien dice Juan Antonio García Borrero, aunque
imagino que no han de faltar opciones golosas para los asistentes).
Pero no solo de películas vivirá
el hombre. Y con el perdón de Jesucristo, sí del pan nuestro de cada día y del
dinero con que podamos adquirirlo. Al parecer resulta más fácil para los que
determinan estas cosas, aprobar un proyecto como este, que elevar los salarios
al hombre de a pie y reducir el precio de artículos de primera necesidad en las
tiendas de dinero cubano. Porque a un padre de familia le es sumamente difícil
comprar tubos de pasta dental a 8 pesos y cepillos a 10 pesos, para que su
esposa y sus niños se laven la boca tres o cuatro veces al día como se aconseja
por el Ministerio de Salud Pública.
En su réplica a mi crítica
anterior, Juan Antonio señala:
En
casos así, el intelectual tiene que renunciar temporalmente a esos comentarios
más bien epidérmicos que hablan de la calidad del pan, o de lo pésimo que puede
estar el transporte, para entre todos contribuir a una crítica que de veras se
encamine a examinar los males esenciales, esos que están en la estructura misma
del sistema, y que solo discutiendo sin prejuicios y cierta serenidad, puede
sacar a la luz esa verdad que tanta opinión volátil en ambas orillas de nuestro
drama, se encargan de secuestrar en función de los intereses de determinados
grupos que dicen hablar en nombre de todos.
Si en mis bitácoras hago
hincapié y señalo al detalle lo que pudieran parecer menudencias –ahora es el
caso específico de la pasta dental –, es porque estas aparentes menudencias son
la base de la pirámide de problemas sociales que han llevado a la población a
tomar caminos poco decorosos y hasta delictivos. Si hemos de fundamentar
críticas de gran altura –pienso yo –lo primero que hay que hacer es ir a las
raíces del asunto, a las causas fundamentales de la infuncionabilidad. Y es por
eso que, cuando los intelectuales conocen de antemano que la solución de estos
errores quedan fuera del alcance de la Asamblea, dejan de creer en esta y la utilizan
para asuntos particulares y de poca relevancia.
De hecho, estos comentarios
solamente los puede leer el 4 % de la población, y la mitad de quienes lo hacen
pertenecen a la clase que no les gusta que se les critique. El día que todo
cubano y cubana pueda acceder libremente a Internet y a los medios difusivos
del país, y tome conciencia de que puede expresar sus ideas para que sean
escuchadas por la totalidad de los once millones de cubanos, serán válidas las
palabras de otro destacado y progresista poeta holguinero: Manuel García
Verdecia:
Solo
así se podrá vencer a los dos enemigos más poderosos que tiene la patria hoy:
el primero, la burocracia, que es fosilización del pensamiento y necrosis de la
creatividad, y, el segundo, la corrupción que es el daño colateral de la
burocracia pues esta genera el mar de estancamiento y el laberinto de
ineficacia que lleva aguas al río revuelto donde pescan los arribistas.
Pedro Armando
Junco
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