Durante los últimos días
del 2013, realicé una investigación muy reservada a coterráneos míos. Algo así
como encuesta privada a ciudadanos comunes, conocidos o no, en la parada del
ómnibus, en el mercado agropecuario, en la reunión casual de habituales
“colas”; sin papel en mano, para atenuar sospechas. Incliné la investigación a
ciudadanos de cultura media, preferentemente amas de casa, simples obreros
asalariados, campesinos de la
ANAP o independientes,
etc. El tema fue siempre “Qué desearía
ese cubano o esa cubana para el 2014”.
Omito aquí determinados
criterios fuertes de algunos encuestados por respeto a las autoridades de mi
país. Pero resumí el arduo trabajo investigativo –sin ironías –en la siguiente
oración que reúne el común consenso del pueblo de Cuba para este año nuevo.
Oración
Señor
Todopoderoso, Árbitro nuestro, Tú que todo lo concedes o lo deniegas desde la
inmensidad de tu poder a tu sabio arbitrio; que todo lo ejecutas o suprimes
según tus leyes y estatutos, escucha una vez más la súplica de este pueblo para
el venidero 2014.
Transige,
Señor de nuestras vidas, al prodigio de una alimentación más proteica y
consecuente con las necesidades de la familia cubana. Aprueba que a nuestra
mesa llegue sin pecado ni condena la carne de res, los enchilados de langostas
y de camarones, tanto como la leche y el queso, en abundancia para nuestros
niños y nuestros ancianos.
Concédenos,
Señor de señores, el milagro de Internet en todos los hogares, sin “códigos de
ética”, ni proscripciones a determinados sitios; a precio asequible para los
bolsillos de este, tu pueblo humilde, jornalero que arrastra el fardo depresivo
de la doble moneda, cuya mágica fórmula convierte el peso nacional en solo
cuatro centavos.
Ilumina,
Señor, a nuestros dirigentes para que se preocupen solo un poquito más de cada
ciudadano y solo un poquito menos de los intereses estatales y los suyos
propios. Hazles entender que la razón de ser de ellos –y de Usted, Señor –somos
nosotros: el pueblo de a pie, el pueblo que no tiene un sindicato defensor a
ultranza que lo proteja de aquellos que disfrutan empleos con vehículos,
prebendas y hasta celulares pagados por ese Estado al que rendimos tributos y
cuantiosas multas. Concédenos el paradójico milagro de que estos dirigentes, al
menos una vez en sus vidas, nos salvaguarden de ellos mismos.
Sanciona,
Señor, con perpetuo trabajo, a todo funcionario que, amparado bajo un cargo
financiero, duplique oficialmente más de una vez el verdadero precio de costo
de productos de primera necesidad. Sanciónale a, durante el resto de su vida, cubrir
sus necesidades con el salario habitual de nuestros trabajadores y adquirir
esos mismos productos vitales al precio que ellos mismos establecieron.
En fin:
Señor de señores, Dueño nuestro, General de generales, que durante 55 años has
reinado incólume sobre esta Isla, apiádate de nosotros, de este humilde pueblo
de Cuba que permanece fiel a su territorio bajo la tutela de tus estrellas.
Amén.
Pedro Armando Junco
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