domingo, 18 de abril de 2021

8vo Congreso

Me resultaron muy gratificantes los comentarios de los amigos en FB sobre mis últimos comentarios; sobre todo los que, con gran originalidad y respeto me contradijeron y hablaron de "las últimas patadas del ahogado". "eso de la carne es una cortina de humo", "que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno" y muchas más graciosas e interesantes.

A todos les reitero el más sincero reconocimiento y de paso comunico que, aunque me es imposible responder a cada uno individualmente, siempre leo y analizo en su totalidad todos los comentarios.

 

Pasando a otro tema: ahora "estamos" en Congreso, intentando aunar dos conceptos totalmente contradictorios: "revolución y continuidad". Pero no importa, a este pueblo "culto" puede decírsele lo que sea, pues siempre levantará la mano aprobatoria y seguirá masticando el aire.

Al parecer el método de utilizar calificativos denigrantes continuará siendo el mismo que nos enseñaron: "bloqueo" al embargo, "mercenarios" a los invasores de Playa Girón, "bandidos" a los alzados del Escambray y "enemigos" a los opositores.

En este último adjetivo quiero detenerme, porque lo escuché en la voz de Marrero Cruz, uno de los que, para mí criterio, pertenece al grupo de los más respetuosos y preocupados por la salud y alimentación del pueblo.

Cuando se le llama enemigo a alguien, se le coloca a la ofensiva, se nos alerta de un daño inminente, de una acechanza perversa que en cualquier momento puede lanzarse sobre nosotros y asesinarnos. Si, por el contrario, se califica de opositor al otro, queda sobre el tapete la posible convivencia pacífica, el diálogo, la reconciliación posible. Un ejemplo lo tenemos en las recientes elecciones del Ecuador: terminado el conteo de los votos, el candidato perdedor Andrés Arauz felicitó públicamente a su rival Guillermo Lasso por la victoria. Esa es la muestra fehaciente de lo que significa la oposición dentro de una verdadera democracia. En nuestro país, ni siquiera el Primer Ministro está autorizado a romper las estrictas normativas del discurso y llamar a los opositores por su nombre. Está prohibido utilizar la palabra "opositor", porque esta admisión obligaría a reconocer públicamente la existencia de un grupo poblacional que está en desacuerdo con el régimen de forma pacífica, y solo desea tomar parte en la política del país para realizar cambios estructurales profundos.

Pero como he dicho en repetidas ocasiones, un simple Congreso y algunos cambios cosméticos y de ejecutivos, no podrá sacar a Cuba de la miseria en que se halla sumergida. La Covid, la escasez de alimentos y medicinas, el desbarajuste económico del mal llamado "ordenamiento", un sistema de producción burocrático en el que uno siembra el boniato mientras nueve esperan a que se lo traigan a la casa, la frustrada esperanza de que Biden retomara el camino de Obama, los dos millones y medio de viejos necesitados y los incontables miles dirigentes que viven de la "muela", pero colmados de prebendas y privilegios, más el desencanto de una juventud hoy bien informada gracias a los medios alternativos modernos, son muchas barreras a superar primero, para luego dar continuidad a un sistema político dictatorial y obsoleto.  

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