jueves, 13 de octubre de 2022

CAMAGÜEY 5:00 P. M.

Aunque bastante irregulares en el cumplimiento de su programación de apagones, la Unión Eléctrica en Camagüey garantiza un horario en el que con toda seguridad la ciudad se queda a oscuras. Un ciclo que se extiende desde las 5:00 p. m., hasta después de las 11:00 p. m., generalmente.
Luego de los chubascos de septiembre y comienzos de octubre, resulta hasta curioso salir a caminar por las calles y disfrutar del espectáculo que ofrece toda una población acomodada en los quicios frente a las puertas de sus casas, para alcanzar las últimas gotas de la luz del día.
Las primeras dos horas y media del apagón vespertino resultan benignas y soportables para los habitantes de la ciudad. Los niños juegan y corretean por las aceras, las vecinas comparten sus chismes en voz alta de una casa a otra, los viejos aprovechan y se cuentan entre ellos las hazañas de cuando jóvenes, y hasta no falta el escándalo de alguna bronca callejera que al final no trasciende ni a puñetazos ni a cuchillos.
Así es mi Camagüey por las tardes: dócil a la resignación y al conformismo, salvo cuando alguno se me acerca a preguntar: "¿hasta cuándo durará este martirio?", o me encuentro en Facebook la queja, el reclamo y hasta la protesta ya habituales.
Hacia las 7:30 p. m. gran parte del pueblo está en la acera aprovechando el frescor que ha dejado la lluvia y las últimas luces de la tarde, porque de las seis horas de apagón planificadas por el régimen, estas son las más llevaderas.
Las tres horas y media restantes son, literalmente, un martirio. Es entonces cuando a la hora de comer no se tiene ni una vela que permita iluminar lo precario que hay servido en el plato, el mosquito que zumba amenazante en la penumbra, el camino hasta el baño y la cama. Se paraliza hasta la recogida del mantel y el fregado de las lozas. No queda posibilidad de ver siquiera por la televisión las falsas promesas del noticiero, la novela extranjera y el cínico Con Filo. Tampoco hay posibilidad de Nauta Hogar para quienes lo tienen y la conexión móvil se deteriora.
Esperar a ver si ponen la corriente a las 11:00 p. m. no ofrece garantías, pues a veces se exceden, y para esa hora ya el sueño, la ira y la depresión han hecho mella y hay que ir a la cama en busca de la ficción de un sueño que, por volátil que parezca, nos costará tristeza abandonar al despertarnos, pues hay que encadenar la cotidiana pesadilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario