La izquierda latinoamericana, como boxeador que retrocede hasta la esquina del ring a base de fuertes derechazos al mentón, acude a todo para evitar el knockout.
Esta semana nos sorprenden novedades noticiosas de primera plana, como es la investigación fiscal de los Rolexs de Dina Boluarte en el Perú, con que sus enemigos pretenden desacreditarla por corrupción, quizás en venganza de haber dado un giro político a la derecha a su gobierno. Sólo imaginemos por un momento que en Cuba pudiéramos investigar, llevar a tribunales, destituir y poner en prisión a dirigentes que lleven Rolexs en sus muñecas, ¿hasta dónde llegaría la bacancia en la dirigencia?
La oposición socialista de Argentina pretendió tomar las sedes de instituciones del gobierno en nombre de los defenestrados por la "motosierra" de Javier Milei. Pero tampoco le ha salido bien el proyecto, porque las autoridades no lo permitieron con firmeza, aunque siempre dentro del marco de la ley.
¿ De qué se quejan estos izquierdistas, cuando en los países de su eje no se permite siquiera al que se manifiesta tomar el banquillo de un parque; por el contrario, algunos días después de las protestas, gracias a los mismos videos que aparecen en las redes, toman prisioneros uno por uno a los principales manifestantes?
En Argentina La Libertad Avanza contra viento y marea.
El último puñetazo derechista al sur del continente lo pegó el reciente allanamiento de la embajada mexicana en Quito para capturar al ex vicepresidente Jorge Glas, refugiado allí con el propósito de evadir los cargos de delitos que pesan sobre él.
Y si bien es cierto que las embajadas deben ser sitios inviolables en cualquier lugar del mundo donde se encuentren, también es una verdad irrebatible que el presidente López Obrador se inmiscuye sin ningún derecho ni reparo en los asuntos políticos de sus vecinos al otorgar asilo político a delincuentes convictos; por lo cual Noboa ha determinado, que la única manera de equilibrar estos comportamientos diplomáticos indebidos, es tomar las mismas iniciativas que ellos utilizan en sus regímenes de izquierda.
El caso sin precedentes de allanamientos diplomáticos en América Latina no es este último: sucedió en la Habana cuando en 1981 la embajada de Ecuador en Cuba resultó tomada por la fuerza militarmente para llevarse detenidos algunos ciudadanos que se habían refugiado allí como perseguidos políticos. Se dice, incluso, que hasta el presidente de Cuba se personó en el lugar; sin embargo, López Obrador no hace mención de este acontecimiento.
De maduro ni hablar. Ha tenido que encarcelar hasta uno de sus mejores cómplices con la pretensión de dar una imagen de justicia en su gobierno: está sobre la lona y el conteo le está llegando a diez.
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