sábado, 18 de mayo de 2024

BENDITAS SEAN LAS MADRES

Cuando alguien me pregunta por qué soy feminista, siempre tengo muchas razones que exponer, pero la principal de todas es que los primeros nueve meses de mi existencia estuve dentro del vientre de una mujer. Y por si fuera poco, luego de haberme alimentado allá dentro con su savia, continué haciéndolo desde la lactancia hasta siempre. 

Mujer es la maravilla de Dios. Y es que mujer, además de madre, también representa la belleza física suprema, la ternura mayor, la generosidad desbordada del género humano. Nuestras mujeres son, en la vorágine del mundo, la fragancia de una flor en medio de la selva y el pantano. 

Cuando una mujer se percata que ha concebido una criatura en su vientre, siente que ese pedazo es suyo y nada ni nadie puede arrebatárselo. Entonces se sacraliza y se convierte en madre. 

¿Cuál de nosotros, enfermo, habría preferido otra compañía que la de nuestra madre en la cabecera? ¿Quién de nosotros sería capaz de confesar el más comprometedor de los secretos a otros oídos que no sean los de nuestra progenitora? ¿Qué madre dudará donar un órgano de su cuerpo, incluso el corazón, para salvar la vida de su hijo? 

Y en cuestión de política, si los gobiernos estuvieran dirigidos por mujeres, quizás hubiera más espacios para el diálogo y el entendimiento, menos encarcelamientos injustos y, por supuesto, menos guerras, pues las mujeres aquilatan como suyo el dolor ajeno y se negarían a propiciar que otras madres pierdan a sus hijos. 

Por eso celebramos el día de hoy a todas las madres del mundo, pero sobre todo a aquellas que en Cuba padecen por sus hijos en el presidio político. Benditas sean.

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