Nuestro país tiene la ventaja geográfica de ser una isla –aunque ahora
los que descubrieron el agua tibia enseñan en las escuelas que Cuba es
un archipiélago–. Pero apartémonos de estas tonterías sin
trascendencia y vayamos a la idea ventajosa de que por el hecho de
constituir una isla larga y estrecha, nuestra tierra ofrece la
oportunidad de, en circunstancias como las que hoy nos ocupan, poder
cercar determinados territorios con mayor facilidad que a muchos
estados de ultramar cuyas fronteras son terrestres y su geografía más
circular que la nuestra.
Esta es una condición a tener presente en la pandemia: delimitar
mediante un cerco riguroso todo territorio con mayor incidencia de
casos positivos, como también muy eficaz a la hora de proteger y
mantener incólume cada región libre de contaminación. Incluso en el
día de hoy se dice que mi municipio natal, Santa Cruz del Sur, no
presenta casos de infectados. Pienso que sería oportuno tener en
cuenta ese resquicio que brinda la enfermedad para mantener la
salvedad de esta jurisdicción, sin descuidar la vigilancia y las
medidas extremas, como son las pesquisas a los viajeros que por
imperiosa necesidad entran al municipio.
Esto permitiría, además poner en marcha con inmediatez su maquinaria
productiva, pues como todos conocemos, al sur de ese territorio
camagüeyano se extiende una de las plataformas marinas más ricas de
Cuba.
Ojalá este requerimiento llegue a oídos receptivos en la más alta
dirección del país. Ya que muchos ciudadanos de a pie no tenemos la
oportunidad de compartir asiento entre los altos comisionados y
autoridades, apelamos a estos medios alternativos de hoy para brindar
ideas propias y originales, colmadas de buena voluntad y
desprendimiento que, ¿quién sabe?, pueden ser útiles a la sociedad.
Pedro Armando Junco
Las acertadas palabras del presidente Díaz Canel en el día de hoy, al
llamar irresponsables a esos ciudadanos de Florencia en Ciego de Ávila
por haberse infectado en grupo en medio de una fiesta, no solo son
dignas de encomio, sino altamente orientadoras, sobre todo a los
medios oficiales del país a que deban informar con total transparencia
las indisciplinas y tópicos negativos en estos momentos que estamos
viviendo.
Si muy criticable es todo mensaje desorientador, que corre por las
redes, apocalíptico o de falsos métodos para combatir el coronavirus,
es sumamente positiva cada denuncia a lo mal hecho o mal establecido,
como toda idea e iniciativa de la población que sirva de ayuda a la
solidaridad, porque esta es una batalla en la que todos tenemos que
participar querámoslo o no.
Apartemos de las redes la politiquería, la crítica irrespetuosa, la
mala voluntad. Circunscribamos las informaciones –sobre todo
televisivas– a los problemas internos que todavía nos azotan, como son
la indisciplina en las colas –principal fuente de infección en estos
momentos–, que van en contradicción a las medidas de distanciamiento
tomadas, a pesar del enorme costo social y pedagógico. Esas
aglomeraciones echan por tierra el sacrificio de los educandos, los
trabajadores de la salud y el pueblo en general que, obediente a las
orientaciones, permanece enclaustrado, en sus viviendas.
Pedro Armando Junco
Una de cal y otra de arena:
Si Gabriel García Márquez escribió su novela EL AMOR EN LOS TIEMPOS
DEL CÓLERA, hoy invito a nuestros narradores del patio a escribir EL
CORONAVIRUS EN LOS TIEMPOS DEL POLLO.
O viceversa: EL POLLO EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS. Como gustéis.
Tampoco hoy tengo ánimo de continuar regañando a los irresponsables
que incumplen las medidas establecidad para contener y terminar con la
pandemia; por eso hoy Viernes Santo es una fecha ideal para hacer
público un soneto como éste:
El último milagro
Con un beso comienza la perfidia
en la noche más negra de la historia.
No hay un crimen igual en la memoria,
ni ejemplo más fecundo de la insidia.
Lo coronan de espinas por envidia:
lo arrastran a la cruz como una escoria;
y muestra Satanás la más notoria
de sus posturas cuando al campo lidia.
Huyeron los que amó. Su cuerpo enjuto
señala del dolor todo su luto
y una lanza atraviesa su costado.
Culminadas la muerte y la tortura
se abre entonces la fértil sepultura
y aparece otra vez: RESUCITADO.
PEDRO ARMANDO JUNCO
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