Señor José Ángel Portal Miranda
Ministro de Salud Pública
Estimado Ministro:
Me dirijo a usted no solo en mi nombre; también lo hago a favor de muchos miles de cubanos más cuyo sentir escucho a diario en el plañir del desespero humano de la calle. Pero lo hago, ante todo, porque reconozco en usted –como lo reconoce en masa el pueblo de Cuba– a un Ministro íntegro, que ha sido capaz de enfrentar con éxito la acometida feroz de una pandemia mundial, la cual solo escapa de su cerco –como actualmente sucede– por erróneos manejos, totalmente ajenos a sus efectivos métodos.
Lo hago, además –y no piense usted nunca que me mueve la adulación en busca de un propósito– por su mesura en el hablar, por su modestia en el vestir, por carecer usted como muy pocos otros ministros, de ese abultamiento abdominal que deja mucho que decir en aquellos que lo padecen, en relación con la escasez alimentaria que impera en Cuba.
Por todo eso y más le escribo a usted, que hasta guardo la esperanza de recibir una respuesta suya de igual manera a como esperé la de nuestro actual presidente y nunca recibí, a no ser represalias descubiertas.
Estimado Ministro, no permita usted que esta vorágine absurda de alza de los precios toque los medicamentos del pueblo cubano. Si de algo puede sentir contento el gobierno cubano, es de haber logrado llevar la esperanza de vida de su pueblo a los casi ochenta años, de reducir casi a cero la natalidad infantil y materna, de haber conseguido erradicar muchas enfermedades que antes fueron un azote, gracias a la vacunación generalizada.
Y gracias a todo eso –al margen de otros criterios que no pretendo manejar en esta misiva– hoy en Cuba sobrevivimos más de dos millones de ancianos. Ancianos que tenemos un "tarjetón" médico para recibir los medicamentos adecuados a nuestras dolencias crónicas. Pero es imposible obviar esa condición longeva que deteriora por sí misma y convierte a cada viejo en una especie de cristal finísimo, cuya fragilidad se ve amenazada constantemente por muchas otras enfermedades más, que nada tienen que ver con las dolencias crónicas.
Elevar el importe de esos medicamentos adicionales a precios inalcanzables, es inducir a la muerte a ese 22% de la población cubana de la Isla. Sería dar pie a los futuros historiadores de Cuba, para traer a colación símiles como los del gueto de Vilna en la Alemania nazi; porque si aquel sitio sirvió de exterminio para los judíos, privar a nuestra población longeva de medicamentos, pudiera servir a muchos para asegurar que lo pretendido por el gobierno cubano es deshacerse de los viejos.
Enfrente usted, señor Ministro, a esa caterva de ineptos que pretenden resolver de un plumazo los problemas económicos que el país lastra desde hace seis décadas. Enfréntelos con esa dignidad que se le ve a usted a través de las cámaras de televisión, y dígales:
¡No, señores economistas! ¡Con la salud de mi pueblo no se metan!
Pedro Armando Junco
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