La carta de un adolescente que todo cubano debe conocer. Descubran ustedes su nombre.
En 1940, el Presidente Franklin Delano Roosevelt recibió la carta de un joven estudiante del Colegio de Dolores en Santiago de Cuba, en la que se decía en un inglés elemental:
"Santiago de Cuba 6 de Noviembre de 1940, Señor Presidente de los Estados Unidos."
"Mi buen amigo Roosevelt. No sé mucho inglés, pero lo suficiente para poder escribirle. Me gusta escuchar mucho la radio y estoy muy feliz de haber oído que usted va a seguir siendo Presidente..."
"Yo tengo doce años ,yo soy un chico pero yo pienso mucho...."
"Si le parece bien, envíeme un billete verde estadounidense de diez dólares en la carta porque nunca vi un billete verde estadounidense de diez dólares y me gustaría tener uno".
" Mi dirección es:
Colegio de Dolores
Santiago de Cuba
Oriente Cuba."
"Y si quiere hierro para hacer sus barcos yo le puedo enseñar donde están las minas de hierro más grande de la tierra. Están aquí en Mayarí, Oriente, Cuba."
Fotografía tomada en 1940 por el jesuita español Jose Maria Patac en la que aparece (a la derecha, con un chupa chups) y sus compañeros del colegio. Justamente en la época que escribió la carta.
Ese mismo niño con el tiempo llegó, desde condenar a 20 de años de prisión a quienes poseyeran un dólar americano ("Por poseer la moneda del "enemigo"), hasta prohibir a los niños y a todo el pueblo cubano cartearse con su familia en el extranjero -por temor al "divisionismo ideológico".
Tanto rencor al parecer guardó por no haber recibido los $10, que incluso prohibió el estudió del Inglés en la mayoría de las facultades cubanas sustituyéndolo por el ruso o el alemán.
Nace el 13 de agosto de 1926, la carta la escribe un 6 de noviembre de 1940 - y se sella el 25 de noviembre del mismo año en el Dpto. de Estado-, por lo que no tiene los 12 años que escribe en su carta a Roosevelt. Tiene 14 años y le miente al presidente americano.
La carta logró notoriedad décadas atrás, cuando fue descubierta por un investigador de los archivos estatales estadounidenses.
El comentarista exagera un poco las condenas a quienes se les descubría un dólar en las manos durante su posterior gobierno. Pero es muy cierto que, en sus pretensiones por hacer pasar el embuste, se quitó dos años y tres meses de edad, pensando acaso sensibilizar al presidente con la misiva de un infante cubano que escribe en inglés y lo llama "mi buen amigo Roosevelt", que por demás le ofrece –como el más atrevido de los vende patrias– las minas de hierro existentes en Mayarí. Ya a esa edad era capaz de intuir cómo determinados ardides psicológicos pueden convertir en carismáticos los más sucios manejos de seres perversos. Acaso la carta nunca estuvo en las manos del presidente Roosevelt, porque a finales de 1940 el mundo estaba inmerso en la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, de haber existido un clima propicio, quizás hasta el mismo presidente norteamericano habría caído emocionado ante la astucia de un adolescente pedigüeño que, con el mayor disimulo posible, dejaba entrever su interés porque los Estados Unidos expandieran sus monopolios sobre Cuba.
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