miércoles, 30 de marzo de 2022

El Parque de los Gatos


Se fue quedando sola, con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van.

José Ángel Bueza

 

El parque de los gatos es un triángulo escaleno situado donde convergen las calles General Gómez y Lugareño en la ciudad de Camagüey. Apenas a dos cuadras de mi casa, este solar pequeño, carente de árboles que refresquen sus cuatro bancos de concreto, fue bautizado con ese nombre por el pueblo, debido a que las dos paredes que le sirven de fondo exhiben las pinturas muralistas de una decoradora del patio, especializada en dibujar "comics" de mininos gigantescos y mulatas bembudas en diversos sitios de la ciudad.

A pesar de estar expuesto a campo raso, dos horas antes del anochecer, gracias a los edificios del frente que obstruyen el sol, el parque de Los Gatos se ofrece a los vecinos para tomar el refrigerio de la tarde. Y es precisamente allí a donde van un par de ancianitos tomados de la mano y con ayuda de báculos, para ocupar los bancos de concreto del lugar y enjugar la soledad y el abandono de aquella única hija que se les fue del país cuando más la necesitaban.

Y es que esa hija, madre soltera, al escapar de Cuba, ante la imposibilidad de llevarla en su aventura, entregó a sus viejos la pequeña criatura que había concebido. Y hasta de cierto modo, esto sirvió de consuelo y "por qué vivir" a los abuelos.       

Pasaron los años. La hija pródiga sentó muy buenas bases económicas en el extranjero, mientras acá su pimpollo se convertía en adolescente al abrigo de la óptima educación de sus abuelos. Pero mis vecinos, se convertían en ancianos.  

No es el colofón de esta historia contar que la hija ausente consiguió "salvar" del comunismo a su retoño y llevarla a vivir con ella, convencida de que enviar una remesa trimestral a sus lejanos padres, cumple en ella todos los requerimientos del deber.

El colofón de esta historia lo escenifican ese par de ancianitos ahora, que sin levantar la voz ante la alevosía de su hija, todas las tardes se toman de la mano para –según me dicen cuando les pregunto a donde fueron– "ir a tomas el fresco de los atardeceres en el parque de los gatos."

No hay comentarios:

Publicar un comentario