miércoles, 30 de marzo de 2022

Volodímir Zelenski

 


La tajante respuesta de Volodímir Zelenski al presidente Biden cuando le ofreció rescatarlo del peligro de ser capturado por los invasores rusos: "yo no quiero un aventón para escapar; yo lo que necesito es armas para luchar" pasarán a la historia. Es imposible predecir si Volodímir Zelenski sobreviva o sucumba, pero su nombre y esa frase quedarán estampados en la historia universal quiéranlo o no sus enemigos.

Este joven actor ucranio, devenido en presidente legítimo por más del 70% de la población, se ha convertido en paradigma de valor patriótico. Su nombre repercute hoy en todos los noticieros del mundo, creando un distintivo singular a la hora de inferir el carácter del hombre y la mujer de su país.   

Zelenski y muchos como él, no claudican. Por el contrario, se cuentan por millares los conciudadanos establecidos en diferentes lugares del mundo que regresan a Ucrania bajo el aterrador bombardeo del ejército ruso, para luchar en su tierra. Hasta sus oponentes políticos lo apoyan.

La paradoja está en Cuba, la vez que otro joven, también actor, talentoso y decidido como Zelenski, creó un movimiento opositor para resistir las arbitrariedades del gobierno, y en vez de armas tomó en sus manos una flor blanca. Entonces unos conciudadanos le bloquearon la vivienda en acto de repudio y le echaron improperios y amenazas, mientras otros que simpatizaban con su causa, no se atrevieron a salir de sus casas para darle apoyo. Tampoco apareció un solo compatriota, de entre esos millones que pueblan la diáspora cubana, con el valor solidario de regresar a defenderlo. Entonces nuestro Zelenski sintió miedo y decidió escapar ante la evidencia del fracaso.

Y este es mi cuestionamiento: ¿Cuáles serán los cromosomas que diferencian a los cubanos que escapan en bandadas a riesgo de sus vidas, de los ucranios dispuesto a morir antes de perder la tierra donde nacieron?


 

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