lunes, 18 de julio de 2022

LA NUEVA ESTATUA DE CAMAGÜEY: ¿GUILLÉN O UN MIEMBRO DEL COMITÉ CENTRAL?


Martha Jiménez es una artista plástica camagüeyana exitosa. La singularidad que la ha llevado más allá de la frontera nacional es su obra escultórica conocida popularmente como Las Chismosas. Situada en la Plaza del Carmen, este conjunto de figuras a tamaño natural, retrotrae el espacio a ambientes de siglos anteriores de las ciudades cubanas.

Llegar a ese lugar que conserva todavía mucho de su arquitectura original nos traslada en el tiempo, porque el arte dice, y más que decir, sugiere. Allí en esa plaza están también otras obras de Martha: El Aguatero empujando su carretilla, Los Amantes arrullándose sobre un banco, El Lector del Periódico...

El arte de esas esculturas de Martha tiene su cumbre en el grupo de las tres mujeres que, mientras se toman un café, secretean entre ellas. Allí hasta el taburete vacío nos invita a sonreír de complicidad y picardía; por eso se han ganado el bien merecido nombre de Las Chismosas.

Martha es mi vecina y amiga. Nos conocemos desde antes de que rompiera el nudo de ama de casa. Porque el talento es así. Solo hay que proporcionarle alas. Hoy Martha es una dama independiente y soberana y goza de muchos atributos más que no hay por qué mencionar en estas líneas.

Quizás por eso le pidieron diseñara la estatua de Nicolás Guillén, en la esquina exterior de la Iglesia de La Merced. No obstante, en esta ocasión Martha quedó por debajo de mis expectativas. No solo porque para mí Nicolás Guillén no es el poeta nacional de Cuba, sino por la ausencia de belleza en la obra.

El poeta nacional de Cuba es José Martí. Pero si ante el cúmulo de virtudes y títulos que lleva implícito nuestro héroe entre las figuras cumbres de Latinoamérica, hubiese que buscar algún otro lírico, aún nos quedan racimos de cubanos dignos a tomar. Allí está Heredia con su canto al Niágara y su Himno del Desterrado. Contamos con el joven bayamés Juan Clemente Zenea, con Gabriel de la Concepción Valdés —por solo mencionar dos mártires, que murieron fusilados. ¿Y qué de Julián del Casal, de Juan Cristóbal Nápoles, de José Jacinto Milanés y de tantos otros, que convertirían en agotador este mensaje?

De Nicolás Guillén recuerdo de mis días de maestro popular, cuando nos exigían estudiar aquel poema:

"Revolución, eres una

paloma que va volando

de noche, bajo la luna.

(…) la persigue el yanqui armado (…)"

Nunca más he chocado con aquella rima digna del peor repentista.

Volviendo a la obra enclavada hace pocos días, hubo mucha exageración formal en la misma. Cierto es que Guillén era mofletudo y tenía la cabeza grande…, pero no había por qué exagerar, mi amiga. Era un mulato gordo, pero no obeso, como en la estatua, en la que parece miembro del Comité Central. Y en su mirada lastimosa y la posición del cuaderno que sostiene en la mano, al que no sepa de quién se trata, le puede parecer que pide limosnas.

Espero que esta sencilla crítica mía ayude a mejorar la escultura cubana.

 

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