domingo, 5 de marzo de 2023

NO BOTEN LA LIBRETA VIEJA


Los últimos días de febrero fueron de fiesta para los viejos de mi barrio. En el cotidiano recorrer para buscar el pan por la mañana, he logrado escuchar conversaciones eufóricas:

--Vecina, ¿ya sacaste la libra de arroz que nos regalaron? Por el cárnico del mes trajeron mortadella a tres cuartos de libra por persona.

(Para quienes lean esto y no residen en Cuba, debo especificar que la llamada mortadella es un engrudo misterioso cuyo ADN sería difícil de identificar).

--A la bodega del frente llegó también el café del mes pasado. Y estamos a la espera de los cigarros de diciembre.

Pero hasta allí la fiesta, porque el que no tuvo la precaución de guardar la libreta vencida del pasado año, no le dispensarán los cigarrillos. "¿Por qué?", -le pregunté a la bodeguera, que llamó al administrador cuando le di a entender que pensaba subir la notificación por las redes. "Son órdenes superiores", se apresuró a responderme.

La respuesta está en la cotidianidad de las calles camagüeyanas: el paquetico de café a $80, la libra de mortadella a $200, la cajetilla de cigarro criollo a $100, el arroz por encima de los $150 y la bolita de pan a $12.

Somos un pueblo de merolicos. Y lo más triste: de merolicos estafadores e inescrupulosos, que luchan por la sobrevivencia como náufragos del barco que se hunde, sin importarle aplastar al que tienen a su lado muriendo de necesidad igual que él.

¿De dónde salen esos tubos de mortadella que venden ambulante por la calle? ¿A qué manos van a parar las cajetillas de cigarro que no pudo adquirir el cliente por haber desechado la libreta vencida?

No hay espacio para dudar que la corrupción generalizada tiene su base en el sistema donde el que más provecho saca es el que dirige más alto. Combatirla sería su sentencia de muerte. Mientras esto sucede, nuestra diversidad poblacional permite que hasta unos rían y tiren al choteo los últimos estertores de nuestra sociedad.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario