En Cuba las plagas no han dejado de azotar al pueblo desde los mismos comienzos de la revolución. Y lo peor: se especula que fueron prescritas por el diablo.
Las primeras de todas fueron las mentiras y el engaño, al prometernos libertad y prosperidad infinitas, adiós a las armas, y la creación de un hombre nuevo que convertiría a Cuba en faro de América y del mundo.
Y es, precisamente en la primera década de este gobierno, cuando se eliminan por completo la libertad de expresión, la libertad de prensa, y se tornan rutinarios los fusilamientos y las grandes condenas carcelarias contra la disidencia.
Paralelo a esto se llevaba a cabo la aniquilación total de la propiedad privada, comenzando por las grandes compañías extranjeras que consolidaron la industrialización del país, luego la intervención de capitales autóctonos con sus grandes y pequeños comercios, y por último la confiscación de, hasta la tijera y el peine del barbero y el cajón del limpiabotas ambulante.
Esa defenestración social de hasta el más pobre de los negocios privados, fue tildada de burguesía criolla; y en paralelo se crearon los campos de las UMAP en los que recluían por la fuerza a religiosos, homosexuales y opositores.
Esta represión desató la plaga del éxodo y se marcharon del país no sólo los "siquitrillados", sino los más profesionales y emprendedores, creando un vacío en el arte la educación y la intelectualidad que nunca más volvió a recuperarse.
Y Cuba se prendió de la teta soviética durante más de un cuarto de siglo. Nos convertimos en una sociedad parásito y aprendimos a vivir del cuento sin trabajar.
Agotada ésta apareció Chávez y degustamos Venezuela hasta dejarla en ruinas. Y de entonces acá ambas repúblicas, se discuten el primer lugar en la miseria de latinoamérica.
El éxodo masivo retomó y superó sin precedentes los lugares históricos, ocasionando estas últimas plagas: escasez y subida de precio de combustible, reduciendo al mínimo la movilidad del transporte; escasez de medicamentos que pone en riesgo la vida de la población sobre todo de ancianos con enfermedades crónicas; la escasez de agua, causa directa de la insalubridad; reducción, retraso y fallo de la canasta básica y su imprescindible bolita de pan diaria, único alimento que llevan al estómago los miles de mendigos callejeros que deambulan por las calles.
Por último, la plaga de apagones que, según el criterio de los especialistas, no tendrán solución a corto plazo. La solución, creo yo, está en abrir las aguas del Mar Caribe, no para que escape el sufrido pueblo cubano, sino para mostrar el camino a los perpetuadores de estas plagas.
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