Muchos amigos leyeron con desconfianza cuando llamé "grupito" a los muchachos de San Isidro. No faltó quien pensara que lo calificaba despectivamente.
Pero nada más lejos de la verdad. Al investigar sin censura descubrí que estos jóvenes que aglutinan diversos grupos sociales, han sido capaces de encender una chispa de rebeldía intelectual y artística sin precedentes en la historia "revolucionaria".
Su mérito me lleva a parodiar las palabras del Apóstol sobre Bolívar: "seguir luchando por la libertad de Cuba cuando parecía que Cuba se cansaba, porque no tuvieron más que consultarse a sí mismo, y los pueblos tienen muchos hombres y no pueden consultarse tan pronto".
Los muchachos de San Isidro han prendido una chispa que todavía hoy no han podido apagar los opresores: la chispa de la intelectualidad cubana; no de la intelectualidad mediocre y cobarde y acomodada que intenta degradarlos, sino de los miles que, a lo largo de toda la Isla, los apoyamos aunque sea con palabras de aliento.
Pasarán muchos años. Quizás la tiranía sea capaz de mantenerse en el poder algún tiempo más. Supongamos que esta generación no alcance a ver el cambio: pero el hecho valiente de estos muchachos que se levantaron cuando todo un pueblo adormecido, acobardado y servil se dejaba llevar por el cauce de la sumisión, dará guión para que otro Fernando Pérez los reivindique en un filme similar a Inocencia, y se les erija un obelisco en el lugar ya famoso de La Habana Vieja, donde un nuevo Fermín Valdés Domínguez coloque una tarja con la palabra INOCENTES.
Bravo por la integridad, la inteligencia y el decoro de Anamely Ramos; bravo por la rebeldía desplegada por Denis Soliz; bravo por el arte atrevido de Luis Manuel Otero Alcántara que, a pesar de utilizar un símbolo patrio de una manera que no comparto, puedo responder a sus detractores con la otra frase muy conocida de José Martí: "El Sol tiene manchas: los desagradecidos hablan de sus manchas; los agradecidos hablan de su luz." Y bravo también por los demás integrantes del grupo y por los cientos de intelectuales que se plantaron frente a la sede del Ministerio de Cultura.
La fragua continúa encendida y el pueblo sobre ascuas al rojo vivo. Suceda lo que suceda, ya ellos son historia.
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