martes, 25 de septiembre de 2012

¿Cambios cosméticos o cambios verdaderos?


Hace solo unos días nos enteramos que el Secretario Provincial del Partido en Camagüey fue sustituido después de seis años en tales funciones.
Para aquellos que viven fuera del país y desconocen el manejo político interno de Cuba, debo aclarar que el “Secretario” del Partido –entrecomillo secretario porque considero no es la palabra idónea para sitio tan prominente –es la figura principal y de mayor autoridad en el Gobierno. A este cargo se subordinan todos, incluyendo el de Presidente del Gobierno a nivel municipal, provincial o nacional; esta investidura representa plena similitud con la de Gobernador o Presidente en otros países, y las únicas diferencias estriban en su nombre y en que no es elegido directamente por el pueblo.
La población, en mayor parte optimista, está contenta con la noticia. Todos hablan en la calle del acontecimiento y muchos aguardan, esperanzadoramente, cambios positivos en el nivel de vida de la población de a pie. Mi esposa fue la primera sorprendida:
–Hasta el pan vino más grande…y muchísimo más suave… –casi gritó eufórica al recibir la bola de hogaza que muchas veces se desborona antes de llevarla a la boca.
Yo también me encuentro esperanzadoramente satisfecho, puesto que ya Julio César –nada que ver con el legendario romano –había dejado escapar de entre sus manos cuestiones de suma urgencia y la población estaba deseando, aunque en silencio, que lo sustituyeran. Mi único recelo gravita en que también Julito –así le decían cariñosamente a Julio César –cuando tomó el cargo, dio a entender que iba a remediar los errores y la desidia de su antecesor, y al poco tiempo se acomodó como el otro y el pueblo quedó esperando las mejorías.
–Lo más triste de todo esto es que, cuando los sustituyen por ineptos, los acogen en cargos de mayor envergadura en vez de enviarlos para la agricultura a sembrar boniatos – me dijo ayer un señor muy resentido, que vive en el campo.
Pero Jorge Luís Tapia trae un historial consigo. Viene desde Ciego de Ávila, provincia joven, seccionada a la nuestra hace algunos años y hoy sobresaliente por encima de esta en muchos aspectos, sobre todo en producciones agropecuarias. Un ejemplo de ello es el resultado en la cosecha de papas, que no solo abastece a su población, sino que se extiende más allá de sus fronteras. La papa consumida esporádicamente en Camagüey llega desde Ciego de Ávila, porque en Camagüey no se siembran papas… ¿?
Tapia trae un historial y una manera de actuar que ya suscribe comentarios muy positivos en la población. Sus visitas de ignoto a la fábrica de helados Coppelia, a la Terminal Ferro-ómnibus, corren de boca en boca por la ciudadanía; se presiente un hálito de aprobación general, pues a la hora de combatir la corrupción que ahoga, debe empezarse, como él está haciendo, desenmascarando administradores y directivos infuncionales que nada tienen que ver con el pueblo.
Pero la tarea que Jorge Luís Tapia tiene por delante es ciclópea. Camagüey está en condiciones muy difíciles. Si recreáramos en un símil el estado de esta provincia con el de un ser humano, me atrevo a compararla con un enfermo de dengue, hospitalizado por una baja de plaquetas riesgosa para su vida y urgido de un médico eficiente. Por eso me atrevo a recomendar al joven Secretario que la primera de todas las medidas a tomar sea la localización y tratamiento humano para esas decenas de mendigos alcohólicos que deambulan por toda la ciudad, pernoctan en los sitios más concurridos y representan un ambiente de miseria material y espiritual en la ciudadanía. Un mendigo por hambre es el bochorno de los que gobiernan, pero cuando se es mendigo por hambre y además por alcoholismo, la responsabilidad gubernamental es mucho mayor.

Lo otro es echar a andar la maquinaria productiva de la provincia con salarios acordes a las necesidades ciudadanas junto a la moderación de precios en las producciones locales de primera necesidad. Luz verde en la agricultura y un NO gigantesco al burocratismo. Pero, sobre todo, no quitar el ojo de encima a los administradores y dirigentes.
Muchas cosillas más podrían sugerirse en este comentario, pero he preferido dejarlas para otra oportunidad. Por el momento quiero terminar colocando algo que un amigo me comentó hace algún tiempo: 

No debe olvidarse que disponemos de una infraestructura que hay que renovar porque está gastada por el uso, que no siempre ha sido el mejor. Además, las estrategias perfiladas en los 60 del pasado siglo, si bien favorecieron el camino para la formación de un pueblo instruido, hoy en día hay que buscar otras más avanzadas que respondan a la Cuba y al mundo del siglo XXI. No podemos ni debemos quedarnos atrás. Eso nunca. Hay que poner orden en todo, pensando que los gustos y las ideas evolucionan y que la realidad es otra y hay que saber afrontarla.
Debe tenerse presente que ciencia, educación y cultura son pilares fundamentales en estrecho diálogo formativo. Como el artista, el albañil se sentirá orgulloso de la obra bien construida, y el maestro, el verdadero, el que se prepara, el que sí educa e instruye, se reconocerá en los logros de los hombres y mujeres que forme para el futuro de la patria.
No se debe seguir confiando en los caminos trillados, hay que buscar otros nuevos más amplios, y atender lo urgente pero sin abandonar la mirada soñadora y reflexiva, imantada por anchos horizontes de futuridad.

Pedro Armando Junco


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