lunes, 23 de septiembre de 2013

En el camino estamos

          Hace solo unos días, por el Noticiero Nacional de Televisión dieron la noticia de que “Cuba” marcha acorde con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Me alegró muchísimo la anuencia de nuestro Gobierno a colaborar y respetar esos derechos. Y es muy cierto que la libertad de expresión –durante medio siglo infringida –en este gobierno de Raúl Castro ha emergido soberanamente a pesar de que muchos incrédulos mantienen su recelo al respecto. Subrayo esto último, porque todavía la gente se autocensura, no cree en la posibilidad real de hablar en voz alta lo que piensa y quedan personas que hasta se horrorizan al enterarse de que alguien vocifera consignas contrarrevolucionarias y nadie se mete con él. Parece estar presente aún, en la mentalidad de la población, la paranoia de las Brigadas de Respuesta Rápida. Incluso algunos comentan que estas Brigadas no se han desmantelado por completo, que están allí… por si acaso…
Sin embargo, no estarán respetados en su totalidad los derechos humanos en Cuba mientras no exista una libertad de prensa absoluta, mientras la población no tenga oportunidad de encontrar un sitio donde manifestarse con ética al margen de los tamices estatales, mientras cualquier ciudadano carezca de acceso a informaciones desde cualquier sitio y vengan de donde vengan, como es el caso de la negativa a Internet.
Y aquella misma noche, frente al televisor, apareció otra noticia alentadora: el sitio Cuba dice. Un espacio para que la población pueda evacuar sus cuestionamientos y hacerlos llegar a oídos propiciatorios. Me sentí alentado. Pero sucede, como siempre, que encontré de inmediato dos obstáculos premeditadamente colocados allí para impedir el resultado feliz que todo el pueblo desea y necesita. Algo así como una Enmienda Platt a lo cubano. Los yanquis dijeron aquella vez: “¡si quieren independencia, firmen la Enmienda, o no hay independencia!” En el caso al que me refiero dicen: “¡si quieren quejarse lo hacen mediante nosotros, o no se quejan!”. Y es allí el obstáculo: si algún ciudadano expresa “algo” discordante, Cuba dice no lo dice (valga la redundancia) y se lo calla. El segundo obstáculo está en que los que tienen que escuchar esas quejas no dan la cara. Bonito sería que cada queja pueda debatirse frente a frente a un funcionario que tenga el deber no solo de responder el cuestionamiento, sino la obligación de poner en práctica el remedio. 
Pero en el camino estamos. No pertenezco al grupo de los que, aunque rabien por dentro, callan por temor a perder las prebendas; pero tampoco dejo a un lado la esperanza de cambios muy positivos, hasta ver a los cubanos con los mismos derechos disfrutados por los pueblos de “gobiernos hermanos”: libertad de expresión por todos los medios; libertad económica total, incluyendo la revocación de los decretos que hoy prohíben al pueblo consumir algunos alimentos proteicos; capacidad ciudadana real mediante otro partido socialista para escoger quien ha de ser nuestro próximo gobernante el día que el actual presidente se retire.

Pedro Armando Junco 

1 comentario:

  1. Me encuentro dentro d esos incrédulos q mencionas y mantengo firmemente ese recelo.Veo por fortuna q tú no y expones cosas muy valientes por las q te felicito.Ojala esté yo equivocado y podamos seguir contando con tus formidables artículos,un abrazo.Luis Carracedo Roque.

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