lunes, 24 de agosto de 2015

Explorando el futuro


La apertura de la embajada estadounidense el 14 de agosto es un tema muy comentado por todos los medios nacionales e internacionales y acarrea muy difícil reto comentar algo nuevo al respecto. Sin embargo, no quiero pasar por alto algunos detalles históricos, como el de haber sido izada la hermosa bandera de las barras y las estrellas por las mismas manos que debieron arriarla 54 años atrás. Aquellas tres personas, hoy ancianas, traídas a propósito por el Secretario de Estado John Kerry, representan un símbolo de derrota para quienes alguna vez pensaron, dictaron y dispusieron que Cuba y los Estados Unidos serían enemigos acérrimos para siempre. Hay hechos históricos cuyos precedentes significaron hitos y este de ahora es uno de ellos.
Por otra parte, el señor Kerry no se anduvo con tapujos y declaró lo ya dicho reiteradamente por el presidente Obama: es un nuevo camino para conseguir que el gobierno de Cuba cambie su régimen y poder ayudar más de cerca al pueblo cubano. Así de simple, aunque con otras palabras. Muchos habrían de comerse las uñas hasta sus raíces al recordar aquellos eslogan que mi colega Félix Luis Viera trajo a la memoria: “¡Abajo el imperialismo Yanqui!”, “¡Fidel, seguro, a los yanquis dales duro!”, “¡Cuba sí, yanquis no!” “¡Del imperio, ni una aspirina!”.
Nada. Que los tiempos cambian. Y citando a Goethe: “Poderosa es la ley, pero más poderosa es la necesidad”. “Necesitamos dinero…” Tanto es así de cierto, que al terminar su arenga política el ministro Bruno Rodríguez ante los periodistas internacionales, el señor Kerry le soltó la “puyita”, como al descuido, que más que un Ministro de Relaciones Exteriores, parecía un economista de turismo. ¡Sarcástico el Secretario de Estado, verdad?
Pero lo que más duele a muchos estancados es que el pueblo de Cuba, en masa, está contentísimo. Y si creen que me equivoco que hagan un referendo poblacional. Porque el pueblo de Cuba, como dijo Martí alguna vez de la América, está despertando. O mejor aún, está perdiendo el miedo a decir lo que siente y lo que piensa, gracias –y esto sí debo admitirlo– al derecho de libre expresión que el nuevo presidente del país Raúl Castro ha concedido.  
Claro que nadie quiere que “las cosas” se les vayan de las manos. Por debajo de esta aparente democracia permanecen elementos fósiles que al parecer ignoran que la evolución es indetenible. Y si bien el Secretario Kerry confirmó que las intenciones de su gobierno es promover cambios en Cuba, no menos demostró el Ministro Bruno que la determinación de este paso por la parte de acá se debe a que “Cuba” está en bancarrota y el dinero a chorros está allá enfrente y urge conseguir los canales para que nos entre. La cuestión está planteada.
Desde hace mucho tiempo al cubano insolvente de acá le llegan paquetes: millones de dólares que envían a sus familiares desde el “Norte revuelto y brutal” los que alguna vez se marcharon con una mano delante y otra detrás. No obstante, el cubano de 2015 recibe, además, otros “paquetes”. Paquetes noticiosos que lo mantienen al tanto del exterior y, sobre todo, que detrás de las aguas del Golfo y el Caribe existe otro mundo más confortable aunque se diga lo contrario.
Aunque limitado y excesivamente caro, hoy tiene wi-fi, y se entera de que en cualquier otro sitio de América el nivel de vida es superior al nuestro, y saca sus propias conclusiones. Sobre todo, el cubano de hoy no se siente feliz al contemplar cómo le cruza por su lado un dirigente o un turista, en carro moderno, con los cristales oscuros alzados, bajo aire acondicionado, mientras él, muchas veces profesional de alto rendimiento: científico, cirujano, escritor, profesor universitario, tiene que sortear el sol caribeño de este cruel verano a pie o en bicicleta. 
Y ya se está dando cuenta de lo indignante que es también, cómo se pretende hacer creer a la población que una moneda de cuatro centavos es un peso nacional. Le duele reconocer por la mañana esa infusión sin nombre que deja agrio el paladar, mientras ese dirigente o turista ingiere café puro. O cómo el plato cotidiano en que aparece un engrudo de orígenes desconocidos, es el alimento de su familia, mientras una élite gubernamental y el turismo saborean langostas, ricos quesos y carne de res en abundancia. Y si esta humillación no es suficiente todavía, se ve relegado a vacacionar como los aborígenes autóctonos a la orilla de un río, en campamentos rústicos que han dado en llamar Campismo Popular, mientras que aquellos se bañan en las “azules aguas de Varadero”, pernoctan en hoteles de varias estrellas, o las pasan en el exterior, en países capitalistas, paseando en yates de lujo y con escoltas.
El desbalance es formidable. Por eso el pueblo está contento con las intenciones del Secretario Kerry, porque, aunque las pretensiones del Norte sean las peores: re colonizarnos, anexarnos, el diablo sean sus proyectos, la población no soporta más la injusticia de que, bajo el ficticio pretexto de la igualdad, unos pocos vivan como millonarios y la mayoría en la total miseria y el abandono.  

Pedro Armando Junco



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