lunes, 30 de marzo de 2020

Apertura si queremos País

Al escuchar las declaraciones del ministro de salud hoy día 29 de
marzo, pude determinar que la pandemia del coronavirus va in
crescendo. Seis nuevos casos solo en Camagüey es alarmante, debido a
la acometividad del contagio y al poco interés que una parte de la
población presta al peligro, como si ese enemigo trajera en una lista
los nombres de a quienes piensa atacar.
Pero si alarmante es lo antes dicho, no menos lo es concientizar sobre
el tiempo que pueda durar la enfermedad con todo un pueblo recluido en
sus casas y las necesidades inherentes a ese encierro.
Estoy de acuerdo a clamar junto al País por el levantamiento del
embargo, al menos durante la crisis epidemiológica, sobre todo en
medicinas y alimentos. Es inhumano en un mundo globalizado por
completo, no hacer lo que hasta ejércitos enemigos pactan en
determinados momentos de la guerra.
Pero tampoco podemos pasar por alto el bloqueo interno; ese embudo
avasallador que regula, sobre todo, la iniciativa de producción
privada, desde el campesino agricultor hasta el pescador de plataforma
marina.
Por fortuna, la información ha escapado a las redes del monopolio
oficial y hasta ha servido de apoyo en estos momentos de crisis al
brindar ideas que se han llevado a término por la oleada de peticiones
interactivas de los medios. Es más, si nos hubieran escuchado cuando
pedíamos a gritos cerraran las fronteras, quizás no habríamos
alcanzado el nivel de infección que hoy se nos dice en existencia.
No obstante, quiero hacer hincapié como ciudadano de este País, a la
urgencia de darle libertad a los productores de alimentos: al pescador
para que venda y comercialice sus capturas y no siga bajo la espada de
Damocles policial en los puntos de control despojando al que viene con
sus pescaditos para la casa…; para la casa o para lo que sea: el
asunto es de que el pescado llegue al ciudadano que lo compre, que el
asunto del precio ya lo ajustarán los dos interesados. Las plataformas
marinas cubanas están ricas en alimentos y esos el señor Trump no
puede bloqueárnoslos.
Al campesino igual: que mate su vaca y la distribuya y la comercialice
a su antojo y al precio que sea, porque estoy seguro que venderá mucho
más barato que la oferta estatal en los llamados "museos de la carne".
Y que haga sus quesos y venda su leche excedente. ¿Y qué decir de sus
cultivos? ¿Para qué la burocracia de Acopio, si a partir de ahora no
hay "frutas selectas" que "apartar" a los turistas? Qué sean ellos
quienes contraten los camiones para sacar sus mercancías. Que sean
ellos los que traigan a las placitas en directo sus productos sin
intermediarios y veremos cómo habrá mayor cantidad de oferta y mejores
precios a la demanda.
Y a nuestros intelectuales bien intencionados, a los que como yo no
queremos cambiar de gobierno sino señalar los lunares del gobierno que
hay que cambiar, que ofrezcan ideas: apolíticas, bien intencionadas,
provechosas, para que no suceda tal a como Rabelais cuenta en su
libro: sacarnos los dientes y dejar tres tan solo, para lo que
tendremos para masticar en sucesivos meses.

Pedro Armando Junco

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