lunes, 7 de diciembre de 2020

Historias amargas: José Pardo Llada

El post anterior que coloqué en mi muro tuvo dos razones muy sencillas: primero, por gravitar en una prosa poética coincidente al ciento por ciento con mis ideas de urgencia en torno a los decisivos momentos que vive la Patria; y segundo, por haber sido este intelectual cubano –Jorge Fernández Era– el primero del gremio de la UNEAC en salir valientemente en mi defensa hace cinco meses cuando directivos de la misma me expulsaron de sus filas por escribir una carta abierta a Díaz-Canel.

Este post está colmado de citas lapidarias, pero hay una que me estremeció el alma y que no puedo menos que repetirla para ustedes. Y cito:

"Que cada ciudadano que emigra es un pedazo de patria que se desprende. Que si a un joven lo dejamos ir le regalamos futuro al mundo. Que evitarlo no radica en quitarle los remos, sino en dejarlo que navegue".

Gracias, Jorge, por ser un vocero más de la nación cubana.

 

Sin embargo, del otro lado de la cerca sorprenden a menudo personeros del sistema que me hacen acordar de José Pardo Llada.

¿Quién era ese periodista?, preguntarán los menores de setenta años, porque yo era niño todavía cuando mis padres lo escuchaban con asco en su espacio radial de la una de la tarde, convertido en el más fiel defensor de las arbitrarias medidas tomadas por la naciente revolución en los años 1959 y 1960.

Pardo Llada se convirtió en el adalid de los ultra revolucionarios y hasta convirtió en slogan aquella frase de la época "Fidel, sacude la mata", en decidida aprobación a los peores desmanes de aquellos tiempos oscuros.

El 9 de julio de 1960, mientras esperaba la luz verde en un semáforo, los enemigos creados por sus virulentas alocuciones, ametrallan su carro. Quizás este atentado sea la razón por la cual, unos meses después, apenas terminados algunos de sus feroces ataques contra el Imperialismo y la contrarrevolución, tomó como pretexto entrevistar algunas personalidades en el extranjero, pidió algunos dólares al Che Guevara para su estancia en México, y voló hacia dicho país… ¡y dijo adiós a la revolución cubana!

Quedan para la historia aquellas premonitorias palabras del Che al despedirlo y darle sus migajas:

"Pardito, tengo la impresión de que vas a levantar vuelo."

No sé por qué me ha salido desde el fondo de la memoria el nombre de este personaje abyecto, arribista sin escrúpulos. No sé por qué, pero a veces, por la televisión cubana me parece ver su fantasma detrás de las palabras de jóvenes periodistas del patio.  

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