sábado, 13 de febrero de 2021

Cuando un pueblo emigra, losgobernantes sobran

Anoche, en el Noticiero Estelar, Humbertico desmintió que el famoso precepto "Cuando un pueblo emigra, los gobernantes sobran" sea de origen martiano; que en ningún texto conocido del Maestro aparece esta frase tan conocida en el ámbito cultural latinoamericano, que hasta Lenin Moreno la citó en su memorable discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas y la acreditó a nuestro Apóstol.

Y es cierto que por más que la he buscado en los 27 tomos de las Obras Completas de Martí, no he dado con ella. Cabe la posibilidad de que haya escapado a la búsqueda de Gonzalo de Quesada y sus posteriores biógrafos. Puede que solo la dijera alguna vez en un discurso de esos que se le salían de los labios como agua fresca de manantial inagotable y nunca se la recogieran en papel. Pueden ser tantas cosas… Y hasta puede que jamás la haya dicho.

Pero está dicha en su estilo limpio, transparente, aplastante; con las acentuaciones características propias de su lenguaje. Y Humbertico debe conocer que "el estilo es el hombre" y que cada hombre tiene un estilo propio, exclusivo, que nos permite conocerlo sin necesidad de buscar su firma. Por ejemplo, gracias a su manera tan sórdidamente parcializada de hablar, sabemos que Humbertico es un elemento oportunista, falaz, inconsistente; sus parlamentos, de idéntica manera serviles e inescrupulosos a como hace sesenta años los echara a la radio Pardo Llada, demuestran que no es más que un perro ladrador y cobarde que al primer susto saldría huyendo.

Lo cierto es que las frases lapidarias no necesitan estar avaladas por un genio. Son los genios quienes logran distinguirse por sus frases cuando, al conjugarlas con su obra y con sus hechos, reina la armonía. Baste citar "Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado y no mentir jamás" para desvalorizar el apotegma ante una realidad totalmente contradictoria.

"Cuando un pueblo emigra los gobernantes sobran" puede que nunca fuera dicha por nuestro Apóstol. Pero de haber estado presente en el lugar en que fue pronunciada, habría sido el primero en aplaudirla, porque esas siete palabras parecen bíblicas. Encierra la angustiosa verdad de que, cuando los habitantes de un país ven frustradas sus posibilidades de mejorías y abrirse paso en su lugar de nacimiento porque la mano dura de una tiranía los segrega a condiciones de esclavitud, los maltrata, los margina, los encarcela o los fusila, salen huyendo en busca de otros horizontes más propicios. Y no se les debe categorizar como cobardes porque, al descubrir que entre sus conciudadanos una mayoría se pliega a ese proyecto feudal o esclavista –da lo mismo– y hasta es capaz de servir al tirano con su brazo y su palabra para que se le atropelle y desacredite, optan por marcharse hasta a Samoyedo con tal de ser libres.

El Martí nuestro –no el que tú imaginas, Humbertico– tiene capacidad moral para tomar como suya la distinguida frase, porque a lo largo de toda su obra podemos conocer qué clase de hombre andaba por dentro de su humilde traje negro, tan diferente al que tú luces en el noticiero de la noche.

Y para concluir esta réplica a ese discurso que pretende acallar las voces que se levantan en contra de la administración que tú representas como servil emisario, escucha esta redondilla que sí está en sus Versos Sencillos y puede servir de paralelo a la frase aludida:   

"¿Del tirano? Del tirano

Di todo, ¡di más!; y clava

Con furia de mano esclava

Sobre su oprobio al tirano".

No hay comentarios:

Publicar un comentario