A doce días del 11 de julio, "nuestras" fuerzas del orden y administrativas han dado un pequeño vuelco. Acá, en mi querido Camagüey, se abrieron las calles y sus negocios, se restringieron las cuantiosas multas de miles de pesos por vender fritas o simplemente montar dos personas en una moto, y he oído decir –a mí no me lo crean– que al despedir a la madre de una joven presa por manifestarse, el oficial que la atendió luego de terminada la visita, le dijo "que Dios la bendiga".
¡Qué maravilloso! Pero temo que esto dure hasta el próximo estallido social, pues aunque es muy cierto que los vendedores apaleados ya andan otra vez en la calle vendiendo a como les dé la gana, el hambre y la Covid crecen cada día más, los apagones –último chispazo de la revuelta anterior– no han desaparecido por completo y, aunque se haya retractado, todavía suenan en los oídos del cubano –y del mundo– las amenazadoras palabras de Díaz-Canel en plena manifestación.
Cuba necesita más que cambios cosméticos. De nada serviría echar remiendo en paño viejo. Por eso quiero hacer públicas una serie de consideraciones que ni son perfectas, ni recogen todo lo que hay que cambiar, pero que las he pensado para ayudar a los que piensan mejor que yo y, por supuesto, a los que tienen las herramientas de llevar a cabo aquellas que, verdaderamente, valgan la pena:
Hoja de ruta para una paz estable y duradera entre cubanos, sin intervenciones foráneas
1- Renuncia o sustitución del presidente Díaz-Canel por haber incitado a la violencia públicamente al dar la orden de salir a la calle a enfrentar manifestantes pacíficos, gritando que "la calle es de los comunistas y revolucionarios y que la orden de combate está dada".
2- Reconocimiento oficial de una Oposición como grupo o partido y su derecho a existir, organizarse y manifestar sus demandas pacíficamente.
3- Derogación o enmienda de los artículos de la nueva Constitución que sitúan al Partido Comunista como único, plenipotenciario y eterno sistema de gobierno en Cuba.
4- Prohibición del uso de la fuerza y la violencia policial y paramilitar ante cualquier manifestación opositora pacífica.
5- Aceptación de toda ayuda internacional urgente en alimentos y medicinas, teniendo como receptores de las mismas los escogidos por quienes las hagan llegar, ya sea el gobierno, las iglesias o las ONG, dispuestas a servir en la distribución de las mismas.
6- Derecho expedito a la utilización y creación de medios informativos independientes con vista a la realización de un plebiscito nacional que decida por mayoría el destino político y social deseado por el pueblo de Cuba.
7- Elecciones libres y democráticas, supervisadas por cuantos organismos internacionales quieran servir de garantes.
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