Claro que sí, ¡feliz año nuevo! A pesar de los pesares, en Cuba hay más de un motivo para sonreír y saludar al 2024. El principal de todos, la fe: el enriquecimiento espiritual de la ciudadanía. Ya no somos un montón de ignorantes desinformados, la narrativa oficialista se desploma hoy ante la objetividad de un país en ruinas y un pueblo al que no le queda nada que perder.
Muestra de ello ha sido esa "marcha atrás" al paquete "neoliberal" que nos pretendieron implantar para comienzos de año. Tal parece ser que los encargados del termómetro emocional que se le aplica a la ciudadanía secretamente, descubrieron a tiempo que el horno del pueblo no está para fabricar galleticas y ahora plantean que los cambios no serán de inmediato.
Subir el precio a la electricidad, al agua, al gas licuado y otros, más eliminar el subsidio de la libreta de abastecimientos, tenía una relación muy íntima con la implementación de la eutanasia. Alguien me comentó con certeras palabras: "andan locos, ya no saben qué hacer, ni qué decir". No es para menos cuando, a la crisis de emergencia nacional abarcadora de sectores tan importantes como la salud y la alimentación, se le une el auge libertario en Latinoamérica, con una fuerza más que pone al desnudo el fracaso de las dictaduras de izquierda.
Y es allí donde encuentro el punto de inflexión que nos cambiará el destino para el próximo año. Allí la oportunidad de hacernos reconocer con el legítimo valor de una oposición y tomar el rumbo de la democracia. La solución pacífica está fotografiada en la república argentina: permitirle al pueblo escoger libremente su gobierno y, en el caso del oficialismo perder en las urnas, imitar al expresidente de ese hermano país: tomar las maletas e irse echando.
Claro que sí, ¡feliz año nuevo!
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