Juany es mi amigo, mi vecino, mi camarada. Su blog Cine cubano, la pupila insomne es muy visitado por personas amantes del cine, aunque detrás de sus criterios explícitos sobre el séptimo arte, lleve implícita la idea inteligente de un hombre que piensa. Y radica allí precisamente lo que más le estimo, pues pensar con cabeza propia es el gran agujero de nuestra sociedad.
Es responsabilidad y decoro de todo escritor que se respete ser crítico con ideas suyas. Si bien está encomiar las cosas buenas, más interesante urge poner de relieve los errores que se cometen. Ofrecer ideas que mejoren la sociedad es para el intelectual lo mismo que echar repello en la pared cuarteada del edificio para el albañil. Y eso Juany lo sabe. Por eso honro mi blog colocando en él el comentario que me envió recientemente por mi correo electrónico, ya que mi blog –hasta ahora –no admitía comentarios. Por fortuna hoy me encontré con dos de ellos y decidí publicarlos, porque los encuentro muy buenos y muy a tono. Invito a que me sigan respondiendo.
“Hermano:
He leído con mucho agrado los últimos post que has colgado. Me parece que el blog va ganando soltura. Hay desenfado en tu prosa y honestidad en tus puntos de vista, dos cosas esenciales en el oficio del bloguero. De los textos probablemente el que más me puso a pensar fue el que dedicaste al patriotismo. Sobre todo porque es una reflexión intensa y al mismo tiempo desprejuiciada, algo difícil de lograr en nosotros los cubanos, portadores de un nacionalismo extremo que a veces nos hace perder de vista nuestra natural doble ciudadanía: ciudadanos cubanos y ciudadanos del mundo.
Mencionas a Schopenhauer, y es real que había en él una aversión explícita a todo lo que oliese a “orgullo nacional”. Tengo a mano uno de esos aforismos que escribió porque en el momento de descubrirlo me sacudió. Te lo cito: “El tipo de orgullo más barato es el orgullo nacional. Quien está poseído por él, revela con ello que carece de características individuales de las que pudiera estar orgulloso pues de lo contrario no echaría mano a algo que comparte con millones de personas. El que posee méritos personales relevantes advertirá con toda claridad los defectos de su nación, ya que los tendrá siempre a la vista. Pero el pobre idiota que no tiene nada de lo que pudiera enorgullecerse se agarra al último recurso: estar orgulloso de la nación a la que pertenece. Eso lo alivia, y agradecido, se mostrará dispuesto a defender con uñas y dientes todas las taras y necedades propias de su nación”.
Podrás acusar a Schopenhauer de anti-patriota, pero no de tonto. Él logro detectar esa pereza mental que se esconde detrás del uso y abuso de la palabra “patriotismo”. No es que yo aplauda a aquellos que nieguen el valor de la casa donde nacimos, pero trato de mantener distancia de quienes aprovechándose del efecto mágico que puede tener ese término en la mente de los que no están dispuestos a pensarlo críticamente (que son mayorías), lo manipulan y convierten en herramienta de dominación.
Nietzsche estaba consciente de que se le interpretaría de mil maneras. Lo que yo veo de positivo en él es su voluntad de estimular la autoestima del individuo, algo que el patriotismo barato tienen a anular, en pos de un sujeto colectivo que se convierte en dictador de normas mediocres. Se le podrá criticar mil cosas a Nietzsche, pero a mí me parece básico en una nación estimular en los individuos un pensamiento por cabeza propia que deje atrás la adicción a las habladurías, al cotilleo sin argumento que se alimenta de “lo que me han dicho” y no de lo que he meditado. Y sabes que entre nuestros compatriotas (estén dentro o vivan fuera de la isla), esa no es la nota dominante. Apenas a una minoría les interesa el debate serio y profundo. La mayoría se conforma con el chisme cotidiano.
En fin, que esto ha sido apenas un comentario breve, estimulado por tus excelentes reflexiones. Seguiré leyéndote y en la medida de mis posibilidades comentándote. Un abrazo grande, extensivo a tu hermosa familia,
Juany”
Pedro Armando Junco
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