Los comensales llegan esta noche
con sinfonía de orquestas y tambores.
Traerán una sonrisa a flor de labios
como amapolas que se abren.
Pasaron pregoneros de agua y frutas maduras.
Esta noche Miguel
después de los aperitivos me tratará de “hermano”
susurrará abundante algunos versos tórridos amarillentos turbios
en lengua altaica para que nadie los descubra
siempre mirando de reojo hacia su izquierda.
Más tarde en el dintel aparece Rolando
con un tablero de ajedrez debajo el brazo
proyectando jugadas
irritado
“Kárpov Fisher Kaspárov
¿Por qué no Capablanca?”
Jugará en solitario mientras discurre una movida.
Prepararé un burdel de frutas frescas
jugosas y maduras.
Miguel inclinará la cabeza
y citará las alas de los ángeles
esquivo.
Tras sus gafas redondas de rollizos cristales
tras su cuerpo velludo
esconderá un axioma que nunca le sabremos.
Y solo vaciará la botella.
Se escuchan otra vez los pregones en la calle
“¡Verduras, frutas frescas, vegetales…!”
Ahora se yergue Luis y pone oídos hacia el norte
sonríe confiado ante el vendaval que se anuncia
y dispone otra vez de su paraguas
carcomido de tantas tormentas infundadas.
Miguel revoca una movida de Rolando
oculta al viejo rey detrás de las Torres y el Caballo
recita lastimoso
“toda esta luz difícil que me agobia
detrás del ventanal de mis prebendas…”
Luis vive ufano aquel momento de representaciones
y nos hace acordar de Schopenhauer.
La mesa tiene frutas vegetales agua de botellón…
Del otro extremo
furibundo
Rolando nos propone el jaque mate.
Pedro Armando Junco
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