viernes, 11 de noviembre de 2011

A Fidel Arango

Mi amigo Oriol me ha solicitado un pequeño espacio en el blog para rendir homenaje al recientemente fallecido Fidel Arango de Quesada, destacado locutor de Radio Cadena Agramonte, la más importante emisora de nuestra provincia. ¿Qué puede negársele a un amigo, ex condiscípulo, colega del equipo organizador de los festejos “episcopaleros"?
En realidad a Fidel Arango lo vi muy pocas veces. Solo en las reuniones y festejos de la UNEAC coincidíamos y nos saludábamos de “hola y qué tal”; fuimos solamente conocidos. Pero eso no es óbice para unirme a Oriol en tan humano homenaje.

Pedro Armando Junco

¡FIDEL ARANGO DE QUESADA,
EN EL CIELO CON DIAMANTES!

Por Oriol Marrero Barreras. Octubre en 2011.

Sé que el título te va a gustar cuando te llegue a ese lugar entre estrellas y asteroides adonde estás; de cualquier manera si lo consideras una exageración es de tu potestad cambiarlo. Pero en lo adelante lo usaré como el código secreto necesario para invocar a los amigos entrañables idos cuando desde mi observatorio de fidelidades mire hacia ese destino infinito que es el cielo.
La noche antes imaginé que algo así ocurriría porque estaba al tanto de que el Universo se movería: un parte astronómico de La Universidad de Halle anunciaba una fuga de estrellas: se desplazarían en la madrugada del hemisferio opuesto y durante un instante serían luminosas en el mapa del firmamento constelaciones nunca vistas, aunque no recelé que fueras tú la causa de tal agitación astral.
A la mañana siguiente, cuando me enteraron, quise —por esa confianza eterna de los buenos— que el suceso cósmico fuera una prudencia del Universo en plan de permitirte ocupar sitio en sus dominios...
Lo supe en el único lugar que mitigaría mi aflicción, el hogar que aún guarda ecos y resonancias de todos nosotros: habladurías y debates de otra época sobre lo humano y divino de una generación que luchaba por conseguir su espacio en un tiempo cruel en ocasiones, otras generoso, pero siempre incierto a nuestro parecer, sancionado impío en su fecha.
¡I believe in yesteray!
Y volvieron a la memoria tus discernimientos sobre las particularidades distintivas del mundo musical finisecular que nos tocó: tus alegatos idólatras sobre la mitología, ritos y leyendas del rock — ¡tu señorío mejor! —, que igual abarcaba a Jimi Hendrix que a Peter Gabriel, The clear waters o Guns and roses, ¡y siempre Lennon, John Lennon, tu alter ego, tu cabeza caliente!
Y Lucy, in the sky with diamonds.
... Duros ecos de tus fundamentos para que la gente conociera lo mejor de ese patrimonio harmónico universal que nos pertenecía porque era el tributo del hombre a su época, y no cabía hostigarse por canturrear Imagine ni picarse el pelo, como no fuera con tijeras confeccionadas con pétalos de rosas: así construiste admirables ensambles sonoros que alimentaron la espiritualidad de prójimos que los agradecieron y premiaron —¡a quién mejor que a ti, melómano incorregible de tu tiempo!—, y alegabas con tu Voz sonora, rotunda y dulce, privilegiada, entre tragos de Chista de tren, que laceraban nuestros estómagos y pulmones —preferibles, casi siempre, al ron adulterado de la bodega—, y entre la algarabía de si Pink Floyd o Santana, nos llegaba un sahumerio de tilapias fritas y arroz aderezado con los aliños que Dios dispusiera porque el Período Especial no remediaba para más...
Fue Lupe, abatida, quien me lo dijo, mientras Adelita, sujetando su temblor, guardaba el silencio de una Adoración.
¡Coño, hermano, por qué tan pronto!
No te lo reprochamos, sabemos que ella siempre acude de repente. Aunque advierta, invariablemente es de repente.
Pero duele.
¿Qué hago, qué hacemos con esta indignación?
Dirás que el Tiempo, ese don inexpresable de lo infinito que todo puede, desgastará los bordes de la ira para, acaso con menos desdicha, verte nuevamente enfundado en tu eterna chamarra de mezclilla y el jean desgastado, el pelaje al viento con ese hálito que el beatle de tu predilección te usurpó, mientras caminas hacia nosotros protegido de tu sonrisa noble, murmurando All that you need is love.
Venturosamente, más que resignación, nos queda tu heredad bendita de quijote inclaudicable en defensa del tesoro de los amigos.
¡Gracias!
Espéranos en ese esteroide que El principito reclamara para sí, donde aguardarán por otro guiño del Universo para, entonces, unidos todos, ¡juntos todos!, partir a buscar a Lucy, en el cielo con diamantes...
¡Que así sea!

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