lunes, 9 de julio de 2012

Nota aclaratoria sobre una errata y “La cosa pública”


El 18 de junio del presente año, en mi Comentario sobre la Asamblea Anual de la UNEAC, cometí el error de trocar el nombre del destacado cantautor cubano José Valladares.

Pido encarecidas disculpas a José Valladades y a quienes siguen mi blog, y les aseguro que dicha inadvertencia fue producto del apresuramiento con que a veces me veo obligado al escribir un posted.
Si alguien, no bien intencionado, ha visto en mi error segundas intenciones, lo remito al contexto de mi exposición.
Muchas gracias,

Pedro Armando Junco

 “La cosa pública”

Así llama un amigo hacia donde va dirigido nuestro interés en los debates de las bloguerías. No está mal ponerle nombre propio a la razón que nos impele, a riesgo de las peores interpretaciones del intento, a poner el punto sobre cada i de desorden, mala administración, arbitrariedad e indolencia por parte de aquellos que tienen que ver con el mejor funcionamiento de nuestra sociedad. Y está doblemente bien el calificativo porque nosotros, sin ningún tipo de interés económico ni publicitario, exprimimos nuestras neuronas a favor de los ciudadanos de a pie, grupo al que –¿por qué no? –orgullosamente pertenecemos.
Ante todo debo reiterar que soy partícipe de los foros públicos, de las discusiones abiertas, de la absoluta libertad de pensamiento y expresión, del respeto a la opinión ajena, porque el más grande de mis maestros –José Martí y Pérez –me lo repite constantemente en cada línea que dejó escrita. Y debo insistir también en que hay foros verdaderos y foros ficticios, que son estos donde nos dejan hablar y hablar, para luego hacer caso omiso de las inquietudes más urgentes a resolver para toda la ciudadanía. Y es allí el caldo de cultivo al desinterés de los intelectuales por realizar intervenciones dolorosamente quirúrgicas.
El proyecto de los cines está bien. Y hasta felicito a estos amigos que lucharon por un espacio moderno y funcional que dé cobertura a los cinéfilos de la ciudad. Eso es magnífico, siempre que reeduquemos a la población para que guste de asistir a ver películas en la pantalla grande, porque lo que he observado últimamente en mis últimas visitas al cine Guerrero, es que cuatro asistentes a una proyección no es siquiera rentable para un proyecto de tal envergadura. Habría que tener en cuenta no solo la costosísima inversión de ese proyecto, sino la reproducción de filmes sin censura, la resistencia de la televisión a color y los DVD en los hogares, los precios en las ofertas gastronómicas de sus salones interiores… (yo no he visto el proyecto, como bien dice Juan Antonio García Borrero, aunque imagino que no han de faltar opciones golosas para los asistentes).
Pero no solo de películas vivirá el hombre. Y con el perdón de Jesucristo, sí del pan nuestro de cada día y del dinero con que podamos adquirirlo. Al parecer resulta más fácil para los que determinan estas cosas, aprobar un proyecto como este, que elevar los salarios al hombre de a pie y reducir el precio de artículos de primera necesidad en las tiendas de dinero cubano. Porque a un padre de familia le es sumamente difícil comprar tubos de pasta dental a 8 pesos y cepillos a 10 pesos, para que su esposa y sus niños se laven la boca tres o cuatro veces al día como se aconseja por el Ministerio de Salud Pública.
En su réplica a mi crítica anterior, Juan Antonio señala:

En casos así, el intelectual tiene que renunciar temporalmente a esos comentarios más bien epidérmicos que hablan de la calidad del pan, o de lo pésimo que puede estar el transporte, para entre todos contribuir a una crítica que de veras se encamine a examinar los males esenciales, esos que están en la estructura misma del sistema, y que solo discutiendo sin prejuicios y cierta serenidad, puede sacar a la luz esa verdad que tanta opinión volátil en ambas orillas de nuestro drama, se encargan de secuestrar en función de los intereses de determinados grupos que dicen hablar en nombre de todos.
Si en mis bitácoras hago hincapié y señalo al detalle lo que pudieran parecer menudencias –ahora es el caso específico de la pasta dental –, es porque estas aparentes menudencias son la base de la pirámide de problemas sociales que han llevado a la población a tomar caminos poco decorosos y hasta delictivos. Si hemos de fundamentar críticas de gran altura –pienso yo –lo primero que hay que hacer es ir a las raíces del asunto, a las causas fundamentales de la infuncionabilidad. Y es por eso que, cuando los intelectuales conocen de antemano que la solución de estos errores quedan fuera del alcance de la Asamblea, dejan de creer en esta y la utilizan para asuntos particulares y de poca relevancia.
De hecho, estos comentarios solamente los puede leer el 4 % de la población, y la mitad de quienes lo hacen pertenecen a la clase que no les gusta que se les critique. El día que todo cubano y cubana pueda acceder libremente a Internet y a los medios difusivos del país, y tome conciencia de que puede expresar sus ideas para que sean escuchadas por la totalidad de los once millones de cubanos, serán válidas las palabras de otro destacado y progresista poeta holguinero: Manuel García Verdecia:

Solo así se podrá vencer a los dos enemigos más poderosos que tiene la patria hoy: el primero, la burocracia, que es fosilización del pensamiento y necrosis de la creatividad, y, el segundo, la corrupción que es el daño colateral de la burocracia pues esta genera el mar de estancamiento y el laberinto de ineficacia que lleva aguas al río revuelto donde pescan los arribistas.

Pedro Armando Junco


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