miércoles, 5 de diciembre de 2012

Código de “Ética”

Hace algunas semanas se nos conminó a firmar un “código de ética” a los miembros de la UNEAC si deseábamos mantener el privilegio del acceso a Internet. Y no es de extrañar lo paradójico del título porque, según parece, lo contradictorio es el plato fuerte cotidiano en nuestro país. ¿Sabe usted lo que es llamar código de ética a la poca ética resultante de vigilar los sitios que visitamos en Internet y restringirnos ciertos y determinados lugares de acceso?
Reconozco que en todos los países del mundo actual, debido a la explosión demográfica, al desarrollo de los medios tecnológicos, a las perentorias y cada vez más difíciles necesidades del ser humano, el hombre se deprava por momentos y surgen cada vez más sofisticados modelos de corrupción. Y que para mantener lo más organizadamente posible a una sociedad, se ha hecho necesaria una estrecha vigilancia de la ciudadanía, o sobrepasaríamos –y ya lo hemos conseguido en miríadas de veces –los extravíos de Sodoma y de Gomorra.
En que se vigilen las máquinas para su conservación estoy totalmente de acuerdo. Preservarlas es una garantía del bien común que allí disfrutamos. Que “Alguien” meta las narices secretamente en los sitios que visitamos es indecoroso y anti ético, pero debido a las circunstancias que antes mencioné, puede soportarse. En lo que estoy totalmente en desacuerdo es en que se nos amenace con prohibirnos el acceso a las máquinas si entramos a ciertos y determinados sitios; en que se haga público, como para humillarnos, que estamos vigilados, porque esto resta credibilidad a nuestro derecho a la libertad individual y al de no ser molestado a causa de nuestras opiniones, e investigar y recibir informaciones y opiniones sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión, como reza en la Declaración de los derechos Humanos.
Para estos propósitos draconianos llegaron desde La Habana dos jovencitos especialistas que nos reemplazaron el buscador Mozilla por el Explorer pues, según nuestra muchachita, es el que facilita la total vigilancia de nuestros movimientos internáuticos. Y para rematar el fiasco, ahora las máquinas funcionan peor que antes, las conexiones son más lentas y todos los usuarios protestan dentro del local, puesto que cada hora de consumo tiene un costo de cinco pesos. Perdemos dinero y tiempo, artículos vitales en el rápido tumulto en que nos desenvolvemos hoy día.
Yo declaré ayer dentro del local que iba a colgar mi protesta en el blog. Sugerí que todos hiciéramos lo mismo, aunque mantengo en duda que otros muchos lo hagan, porque todavía nuestra población subvive con la careta puesta y dice hoy “digo” y mañana “Diego”.
Finalmente, soy del criterio que si un homosexual quiere visitar un sitio gay, si un maniático prefiere lo porno virtual a la realidad objetiva, ese es su problema. ¡Allá ellos!
El que tenga preferencia por leer lo que dice el Nuevo Herald, que lo lea. Al que gusten los comentarios de Yoani Sánchez, que los disfrute. El que prefiera las páginas internacionales del periódico Granma, que las goce. Castrar estas ventajas de la era modernas no es otra cosa que la retroacción al desarrollo y al desenvolvimiento de la nación que pretendemos sacar adelante.
 
Pedro Armando Junco
    

2 comentarios:

  1. Sr. Junco, a proposito del Nuevo Herald, acabo de escribir una respuesta a un columnista llado Oscar Peña, quien comenta que la mayoria de los cubanos estan acostumbrados y que no quieren su libertad ni la de nadie.

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  2. Luis Carracedo
    Señor Juan Martinez los cubanos esta acostumbrados igual q lo estaban los rusos,mire donde están hoy

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