jueves, 14 de noviembre de 2013

Asamblea General de los artistas camagüeyanos



En la mañana del pasado sábado nueve de noviembre, tuvo lugar la Asamblea General de los artistas camagüeyanos. Como siempre, contó con la presencia del Secretario del Partido en la provincia, esta vez Jorge Luis Tapia Fonseca.
Puedo asegurar que fue una asamblea democrática y transparente, superior a las anteriores en exclusividad y entonación, lejos de parlamentos superfluos y como si ya nos estuviéramos acostumbrando a decir las cosas sin la autocensura con que habitualmente se desarrollan estos tipos de actividades en todas sus aristas. Claro que el rechazo a no decir lo que se piensa debe siempre comenzar por los intelectuales. Porque cuando las cabezas pensantes se amilanan y sienten miedo, ¿qué puede esperarse de los que esperan a que otros piensen por ellos?
Salvo algunas nimiedades que no voy a mencionar, se promovieron ideas antes soterradas, como fue la propuesta hecha por Mariela Pérez-Castro acerca del derecho a llevar en nuestras ropas la bandera cubana, puesto que las indumentarias públicas que vemos hoy cruzar por las calles, están saturadas de banderas inglesas, brasileras y norteamericanas. ¿Cómo es posible que a los cubanos les esté prohibido llevar en sus prendas de vestir el símbolo mayor de nuestra Patria? Y agregó Mariela que muchos cubanos gustarían conservar en sus casas la bandera de Narciso López, pero a la hora de adquirirla en una shopping, su precio asciende a centenares de pesos cubanos.
Otro asunto tratado con certeza fue el de los audiovisuales. Juan Antonio García Borrero, por ejemplo, combatió la reciente medida gubernamental de cerrar todas las salas particulares de video en tercera dimensión. Estas salitas, de las que yo ni noticias tenía, brindaban películas a gusto de los consumidores al coste de un CUC.  Según me cuentan uno llegaba, leía el catálogo, escogía el filme y se lo proyectaban en una pantalla de televisión de las más grandes, no importaba que el cliente fuera uno solo. Pero, según se comenta, en La Habana hubo cierto desafuero con esas “libertades” y mandaron a cerrar todas las salas del país. Lo mismo de siempre: que paguen justos y pecadores. Juani defendió a ultranza el derecho ciudadano a ejercer su derecho informativo, venga de donde venga. Eso es encomiable. Y utilizó esa frasecita tan preferida por nuestros diplomáticos: doble rasero, para denunciar cómo por una parte se estimulan los trabajos por cuenta propia y cuando estos se establecen y comienzan a fructificar, arremeten contra ellos.
Después se levantó el doctor Luis Álvarez Álvarez y dio un alerta: el peligro de los audiovisuales que, junto a esos juegos computarizados invasores de la mentalidad y el tiempo de nuestros infantes, son las películas fantásticas desbordadas de violencia, nocivas a la salud mental y poco bienhechora de la conducta que pretendemos sembrar en nuestros hijos. Cierto es que la libertad es el ideal máximo de una sociedad –entendí yo del planteamiento de mis dos compañeros escritores, sin encontrar entre ambos criterios un sustancial antagonismo –y hay que defenderla a todo coste, pero también debemos preservarla de la contaminación con el libertinaje.
En resumen, si durante más de medio siglo se ha monitoreado en este país no solo los audiovisuales, sino hasta el lugar de defecación de cada ciudadano, ¿por qué no se monitorea, sin escándalo ni alta censura, las proyecciones en las salas particulares de video 3D, en vez de cerrarlas?
Ya casi al final se produjo un hecho inesperado. Fue a la hora de la presentación de los organizadores para las comisiones de trabajo con vista al 8vo Congreso de la UNEAC. Al presentar su más de una docena de miembros, solo aparecía una mujer en el grupo. Y otra vez Mariela soltó su entelequia rebelde y resopló que en esas comisiones había demasiados pantalones. Aquella frase resonó como un gong en el teatro y a Jorge Luis Tapia le gustó el debate. Cuando Mariela quiso disculparse el Secretario del Partido le respondió que no; que así es como debe hacerse siempre: hablar claro y con libertad. Me pareció escucharle decir algo así como que eso es parte del cambio de mentalidad que pretendemos llevar a cabo. Por ahí ha de estar grabado, por si me equivoco.
Lo que molesta –pienso yo, muy particularmente –no es que la mayoría de los elegidos fuesen varones, puesto que a la hora de escoger personas para algo importante, más que género y color, deben tenerse en cuenta la honradez, la capacidad y el altruismo de cada persona. Lo que molesta es que siempre se repiten los mismos personajes y, sobre todo, los que se “cuelan” ambiciosos de cargos y poderes y ya se consideran con un pie en el estribo del ómnibus que partirá en abril hacia La Habana al 8vo Congreso.
Esos compañeros monitorearán desde acá lo que se piensa plantear en el Congreso. Las ideas de los miembros tienen que emitirse en sesiones cerradas donde pueden ser castradas las ponencias no acordes con lo que se quiere escuchar el día supremo en que estaríamos frente a la más alta dirección del país. Y eso no es bueno a la altura de los tiempos actuales, como tampoco lo será anteponer miembros para que sean elegidos. Yo, por ejemplo, después de 24 años en la organización, nunca he podido asistir a un Congreso de la UNEAC a pesar de que se celebran cada cinco años.
Esta vez pretendo asistir. Si nadie me propone haré como Jorge González Allué lustros atrás: me propondré yo mismo. El que más y el que menos, por humilde y sencilla que sea su posición en la base, siempre tiene cositas que plantear.

Pedro Armando Junco

1 comentario:

  1. Una "asamblea general de artistas", eso suena como un lenguaje extraterrestre en cualquier parte del mundo (excepto quizás en Corea del Norte) y encima presidida o encabezada por el jefe del partido (único) en el Poder.
    En fin, eso forma parte de la realidad cubana, y hay que hablar de ella.

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