En la mañana de hoy 28 de febrero, dimos cristiana sepultura a Mercedes Flores Bajarano, Bebita, la viuda de Osvaldo Agramonte Betancourt, nieto de Ignacio Agramonte Loynaz por la rama paterna. Su cadáver estuvo expuesto en la ermita de Fátima en el reparto Vista Hermosa. Contaba noventa y nueve años y su estado mental estuvo lúcido hasta el momento postrero.
En el mes de mayo del 2011 dediqué una crónica a esta ancianita bella y buena, cuyos detalles todavía pueden ser localizados en este blog y luego reproducida por la revista católica Viña Joven. Era Bebita la última raíz de la descendencia de El Mayor en suelo camagüeyano. Su esposo Osvaldo nunca quiso abandonar Cuba a pesar de la confiscación de su hacienda, porque según ella relató aquella vez, "Osvaldo decía que abandonar la patria enferma y triste era traicionar la memoria de su abuelo". Y, luego de la muerte de su amado esposo vio marchar a sus hijos al exilio, pero determinó quedarse para acompañarlo en el día de hoy.
Cuando llegué esta mañana a la ermita de Fátima solo medio centenar de personas, ancianas en su mayoría y vecinos del lugar, acompañaban la velada. Al sepelio asistimos apenas la mitad de aquel grupo. Ningún representante público vi por allí. A unos cien metros del final del trayecto al carro fúnebre se le agotó el combustible y fue necesario empujarlo, con el féretro dentro, hasta el sitial de la bóveda. En silencio y soledad, sin un familiar siquiera en el séquito, Bebita bajó al sepulcro dejándonos el corazón contrito y agrio por el desengaño. ¡Pobre de los pueblos que no rinden gratitud a la memoria de los buenos ni siquiera en la presencia de sus seres queridos!
Lleguen desde mi modesto blog estas condolencias a los descendientes de Bebita que, como hace cinco años me contó ella misma, llevan tatuados en sus cuerpos el célebre grito del héroe: ¡Con la vergüenza!
Pedro Armando Junco
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