miércoles, 23 de marzo de 2016

¿Qué tiene que ver Obama con los problemas del pueblo cubano?

Tomado del sitio "Cubanos por el mundo"

 

Esta pregunta sonó como un puñetazo en mis oídos cuando una amiga la dejó caer con santa ingenuidad política. Más aún cuando ella pertenece a la raza negra y ha sido licenciada en humanidades. Lo del color de la piel pudiera justificarse por tantos años escuchando el sainete antiyanqui de que la sociedad norteamericana es altamente racista, si no lo desmintieran las últimas elecciones en las que el pueblo de ese país escogió a un negro como presidente. No obstante, la incapacidad de su licenciatura quedó al descubierto cuando me confesó desconocer por completo la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Habría algo de irónico en su interrogante si yo no conociera la transparencia de esta amiga, puesto que a otros presidentes del mundo les importa un bledo los problemas del cubano de a pie. Francia, por citar el último, quiere morder la tajada en las excelentes ofertas de negocios que ofrece la directiva de nuestro gobierno, y ni por asomo exige una mayor participación económica popular en el negocio. Por eso, otra cuestión que me sorprendió en esta licenciada fue su ignorancia etimológica de la palabra "empoderamiento", dicha y recalcada una y otra vez tanto por Kerry como por Obama al proponer como sujeto a los nacionales sin partido y sin cargos dirigentes.

¿Qué tiene que ver Obama con Cuba? Pienso que mucho. En primer lugar: el gobierno representado por él, es el principal receptor de los millones de compatriotas que se marchan de aquí en grandes oleadas migratorias, solamente refrenadas por noventa millas de mar embravecido y peligroso. Los "porqué" del éxodo son varios; pero todos tienen que ver con el sistema de gobierno que los convierte en seres incompatibles con el régimen. En segundo lugar el despojo de todas las propiedades multimillonarias de norteamericanos en la Isla después de 1959; no olvidemos que los capitalistas no entienden cuando de dinero se trata y por tal celo es que sus países se desarrollan y sus ciudadanos tienen que trabajar de verdad, pero alcanzan altos niveles de vida. En tercer lugar una nueva tierra que recolonizar, fértil para el cultivo de la caña de azúcar y grandes masas ganaderas, optima para cosechar el rico café de la montaña y el mejor tabaco del mundo, enriquecida hoy por inmensos bosques de marabú como antaño la fueron de los bosques vírgenes precolombinos…, y un pueblo en estado de inercia laboral, deseoso por emprender el desarrollo. En último lugar, el sitio idóneo para el refrigerio y el esparcimiento turístico, gracias a su clima y a la mansedumbre de sus habitantes.

Pudieran existir también en Barack Obama motivos humanistas, que ni por asomo pongo en dudas, debido a su cuna humilde y el historial que ha demostrado durante más de seis años de gobierno pacífico y armónico, junto a una fluidez política sin precedentes desde el triunfo de la Revolución cubana de 1959 hasta acá.

No es como para desaprovechar la oportunidad coyuntural de la situación gubernativa latinoamericana de estos momentos: las ubres que han mantenido al sistema de gobierno cubano se agotan; el actual presidente de Cuba se rodea de asesores inteligentes y no actúa a ciegas por capricho propio; las nuevas tecnologías de la información van quitando las vendas de los ojos a la ciudadanía –con exclusión de mi amiga, claro– y el pueblo está casi en condiciones de exigir libertad de prensa, libertad sindical, elecciones verdaderas, etc.

Esta sería mi respuesta para todo el que, como mi amiga querida, me pregunte qué tiene que ver Obama con los problemas del pueblo cubano.

 

Pedro Armando Junco    

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