Conversábamos esa mañana al costado de la iglesia La Merced. Mi amigo había llegado de visita desde España tras cinco años de ausencia. La condolencia por su amada Camagüey le entrecortaba las palabras: las viviendas más ruinosas que antes de su partida, las calles más ahuecadas y sucias, la gente peor vestida y vulgarizada en el trato, lo hacían despotricar sobre el sistema de gobierno imperante.
En eso estaba cuando pasó frente a nosotros una mujer de apenas 25 años. Vestía una de esas "licras" importadas de la cultura brasileña gracias a la novela Avenida Brasil en su personaje Zuelen. La licra es una prenda de vestir que de inmediato prendió en Cuba. Es un pantalón femenino de lástex que muestra a la perfección todo lo que lleva dentro. La muchacha que pasaba frente a nosotros era perfecta. Ambos detuvimos el diálogo y nos quedamos contemplándola cruzar. Luego del impacto de la aparición le escuché decir a mi amigo algo que nunca más he logrado borrar de mis recuerdos: "Lo único que no ha podido destruir la Revolución (lo dijo con nombre y apellido) es a la hembra cubana".
Pregúntele a un italiano, a un español, a un canadiense, a cualquier extranjero del mundo y le dirá que la cubana es lo máximo
Lo sonrosado de Europa se disolvió en el mate de África, cristalizó en la palidez del asiático y así surgió nuestra hembra, con su color autóctono de chocolate claro, labios carnosos, ojillos rasgados, trasero prominente y busto regular sin exageraciones. ¡Esa es nuestra criolla! La criolla que nos roban a diario los italianos, los españoles, los canadienses y cualquier extranjero del mundo.
También nuestros varones son artistas en el arte del amor y, aunque en menor cuantía, muchas foráneas vienen a probarlos. Según el testimonio de algunas chicas que han experimentado sexo con extranjeros, "nada hay como acostarse con un criollito nuestro". Porque somos el cruce de tres continentes fundidos en el crisol del fuego caribeño. "Bendito sea el Padre Las Casas", pronunció místico mi amigo unos segundos después, y realizó una inclinación de cabeza hacia la iglesia La Merced.
Toda esta escena vino a mi recuerdo anoche cuando invité a mi niña a comer pizzas en los altos del Coppelia. Nos acomodamos en la mesa más cercana del acceso al local y demoraron mucho tiempo en atendernos. Por eso nos entreteníamos en otear la entrada y la salida de los consumidores. En otro lugar cercano a nosotros dos mujeres terminaban la cena: una morena añosa y una trigueña que podría haber sido su hija. Frente a ellas, cuatro mozuelos no apartaban la vista de la chica; en bajo cuchicheo que no podíamos escuchar, pero que por sus gesticulaciones y sonrisas debimos suponer hablaban sobre la vecina, esperaban el momento oportuno como tigres al asecho.
Las dos mujeres, saldada la cuenta, se incorporaron para marcharse. Ya la señora mayor ponía la mano en el picaporte cuando, casi de carreras, uno de los muchachos atajó a la más joven y le extendió la mano para presentarse. Para un extraño esa actitud podría catalogarse de irrespetuosa; para nosotros no. En nuestra jerga se llama cubaneo. A un metro de mí pude constatar que no por gusto los cuatro tigres babeaban en la mesa: la chica era monumental, copia al carbón de aquella que nos impresionó meses atrás frente a la iglesia La Merced a mi amigo y a mí.
La joven no se impresionó ni se sintió ofendida por el acoso. Por lo general una cubana de 25 años es una graduada universitaria. Pudo ser una médica, una abogada, una arquitecta, una profesora, liberada por la Revolución de los yugos del matrimonio, los prejuicios de la promiscuidad y lo censurable del dogma religioso. Para nuestras féminas la virginidad es un mito tan dudoso como los dioses griegos. Ella extendió su mano con deferencia y le regaló una sonrisa de complicidad manifiesta.
Podíamos escuchar el diálogo por la cercanía. Cupido envió a Mercurio igual a como en la era mitológica. Esa es la novel estrategia de los jóvenes cubanos de hoy: instigar el enigma. Le explicó que en la mesa por ellos ocupada, uno de sus amigos se había arrebatado con su belleza, pero por timidez no se atrevía a abordarla; por eso él se había tomado el atrevimiento de interceptarla, apelando a su piedad, para que se llegara hasta el sitio de los cuatro y se dieran a conocer. Ella volvió a sonreír con gracia y regresó para ser presentada al nuevo admirador. Desde donde nos hallábamos mi hija y yo solo podíamos observar cómo intercambiaban los números de sus teléfonos móviles, dialogaban jubilosos y se despedían seguramente con un nuevo encuentro concertado. En un país donde la juventud no puede aspirar al turismo internacional, a comprarse un carro, a un nivel de vida superior al de los "proles" de Orwell, no puede aparecer censurable el empate fortuito.
Aunque no lo confesé a mi hija en esta ocasión, esa fue la táctica empleada por mí para conquistar cuando era mozo; el método infalible utilizado la primera vez que descubrí y me deslumbró su madre: pedirle nombre y dirección ante todo; lo otro lo averiguaría más tarde. En esta era moderna el truco ha evolucionado en solicitar el número del teléfono móvil y si es posible marcarlo allí mismo para comprobar que no haya embuste ni equivocación. Luego dejar al pez llevar el gancho a rastras. El cordel de "hasta pronto" se encargará de la captura.
Pedro Armando Junco
Tengo 71 anos, en mis anos mozos no era asi. Especialmente la camagueyana era una de las mujeres mas dificiles de Cuba. Se podia entablar un dialogo en la calle con una muchacha, con cualquiera, en Sanrtiago de Cuba, no con la idea de llegar al sexo, para preguntar una direccion o simplemente socializar. Los santiagueros siempre fueron asi hospitalarios y amistosos. No era asi en Camaguey. "Empatarse" con una camagueyana no era nada facil. Los hombres de otras provincias que habian viitado Camaguey, decian que las camagueyanas eran muy orgullosas.
ResponderEliminarHace unos dias vi un video de unos ninos y ninas, me imagino que sobre los 8-10 anos, haciendo unos bailes donde se hacian claros movimientos y gestos de sexo. En mis tiempos de escuela en el Colegio Episcopal de San Pablo, en la Avenida de los Martires, aquello era algo impensable. Si Elenora de Young, Mr Tate, Nelida Padron, Hortensia del Buysto y las demas maestras, todas de una moralidad ejemplar hubieran visto esto, se habrian quedado en shock, al borde del desmayo. Todavia anda por ahi Benito Gonzalez, "el Senor Gonzalez", como lo conociamos en la clase. El puede dar fe de lo que escribo.
La facilidad con que se aborda una camagueyana, como se describe en el escrito, demuestra la absoluta ausencia de incentivo material y moral imperante en Camaguey, me imagino que en todas las ciudades de la Isla es lo mismo. La destruccion economica, politica, social y cultural ha sido completa. El Comandante en Jefe, unico responsable de este caos que vive Cuba, ha completado su tenebrosa obra. No ha podido destruir las formas de las hembras cubanas, pero si su esperanza y por tanto su moral y su pudor, pues el unico incentivo que tienen es un poco de sexo, que los cubanos sabemos hacer muy bien. Que cuadro tan desolador!
Parece que hasta Dios se ha refugiado en la Iglesia de las Mercedes, de la Soledad, de la Caridad, para no ver este cuadro horrilble de desesperanza, todo por el capricho de un loco maniatico.
LIBORIO
Cuba es como un barco que hace agua, se hunde lentamente. El capitán inepto se empecina en navegar entre los arrecifes. La tripulación no hace nada, toman el sol en cubierta y disfrutan de las facilidades en el barco, obedecen al capitán.
ResponderEliminarEl objetivo es mantener el barco aflote, para esto mantienen la población en la sentina achicando. La mayoria se han resignado a su suerte, otros estan intimidados por la tripulación, que sigue las órdenes del capitán obstinado e inepto. Algunos están convencidos de que su lugar está en la sentina. Se sienten orgullosos de estar entre la suciedad y el mal olor para mantener la nave a flote heroicamente.
¿A dónde va la nave? Andan entre los arrecifes buscando un puerto ficticio, donde piensan lograr el poderio de Estados Unidos con economia estatal, sin empresas privadas ni estimulos materiales. Mientras tanto, a la tripulación no le importa el rumbo, solo disfrutar lo que pueden y mantener el barco a flote, no importa el rumbo. Ellos disfrutan mientras la población achica, achica … achica en la sentina, sostenidos solo por su f.e. …