miércoles, 24 de julio de 2019

En el XX aniversario de Viña Joven


 

Hace solo unos días visité Santiago de Cuba invitado por los Misioneros Claretianos para la celebración de los veinte años de su revista Viña Joven, cuya sede radica en la parroquia de La Santísima Trinidad.

Nada pudo sorprenderme ahora, ya que desde el año 2004 soy un agradecido amigo y colaborador de esa ilustrísima publicación cuatrimestral. La belleza física de la parroquia, el confort hospitalario y la perfecta armonía de cuantos trabajan en ella, son el manto de paz espiritual que nos hace sentir durante la estancia allí, libres de los avatares cotidianos que como fieles cubanos debemos soportar austeramente.

La sencillez amorosa del padre Miguel; la confianza incomparable del hermano Manolo; ese amor que irradia Mirtha Rafaela Clavaría Palacios, en cuyos hombros han pesado los veinte años de la publicación, no solo son razones para el encomio, sino para sacar a la luz un ejemplo a seguir por todos nosotros, laicos o creyentes, como único modo de salvación para nuestra cultura y nuestra identidad, tantas veces llamadas a rescatar por la dirección del país.

Todas las mañanas me despertó la algarabía de muchos niños en el patio interior de la parroquia. El padre Miguel había invitado para una semana vacacional a más de 150 infantes de primaria, desde el preescolar al sexto grado, con el fin de que asistieran a divertirse, dirigidos por un grupo de jóvenes claretianos que, paralelo a sus funciones cotidianas en el centro, brindaban apoyo a ese proyecto. De su último viaje al exterior, trajo regalos para ellos, entre los que se destacaban, llenando el ámbito de azul, pulóverescon el mensaje: "Conoce y vive la palabra del Señor".

El día 15 de julio, varios colaboradoresparticipamos en un panel, y en él pudimos declarar nuestras experiencias y agradecimientos a la Revista. Sobre todo, coincidimos en exaltar la heroica entrega de Mirtha Clavería al proyecto que, a pesar de cuantas dificultades tuvo que enfrentar durante cuatro lustros, nunca se resignó a dejar espacios en blanco y, cuyo número ordinal presentado ese día, respondió al ejemplar 66.

El día 16 de julio, 170 aniversario de la creación de la Orden por el padre Antonio María Claret y 20 aniversario de la creación literaria de Viña Joven, disfrutamos una atractiva gala en la que muchos de los asistentes recibimosdiplomas de reconocimiento y una maravillosainsignia parroquial que ya está expuesta en la sala de mi casa.

La ronda artística de esa noche contó con la actuacióndel padre Jorge Catasús Fernández, responsable de la Comisión para la Cultura de la arquidiócesis de Santiago de Cuba; con Elio Salas, declamador y actor, y su grupo; con José Armando Garzón y su Ronda Lírica. También el guitarrista y concertista Aquiles Jorge enriqueció el evento. Y para colofón, la excelencia del coro Magi, del Centro Cultural Católico "San Ignacio de Loyola" de la orden Jesuita.

En fin, en su veinte aniversario la revista Viña Joven, se engalanó por todo lo alto, sin dejar resquicio a la insatisfacción. Es ahora a nosotros, humildes y fervorosos colaboradores, a quienes corresponde el propósito de hacerla alcanzar, junto a su decana Mirtica Clavería, otros veinte años de vida exitosa.

 

Pedro Armando Junco 

 

 

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