lunes, 12 de agosto de 2019

Precios topados


Hace meses he silenciado mi blog por dos razones importantes: darle mayor apoyo a mi obra literaria y, dentro de ella, mi dedicación obsesiva por el perfeccionamiento de mi novela Muchachas en Río Blanco para su publicación. Por fin logré ese sueño en la editorial miamense PUENTE A LA VISTA.

La segunda razón por mantener al margen mis críticas cuyos textos, por muy constructivos que los considero, hay a quienes les son retorcidos y mal intencionados. Y he descartado mis artículos no por miedo, sino por lo intrascendentes que resultan a través de un blog apenas leído por un puñado de personas y vedada su publicación en la prensa nacional, a pesar de que mi nombre es bastante conocido en el ámbito cultural de mi provincia y hasta del país.

Y, dentro de esta segunda razón, como acápite "B" puedo señalar la docilidad de una población que lo acepta todo sin chistar, aunque le "caigan rieles de punta". Esto es lo más triste y es mi criterio atribuir esa docilidad a tantas décadas de información parcializada, que no dice mentiras, pero oculta toda la dura verdad existencial de la sociedad cubana. A eso he dado en llamar ANTICULTURA.

Pero esta noche, luego de un frustrante viaje intermunicipal debido al transporte, vi por el noticiero un comentario de Wilber Rodríguez sobre los "Precios topados". Así descubrí una vez más esa fórmula mágica de la desinformación que deja en el aire las verdades concretas de una problemática actual e importante como es la subida de algunos salarios–entre ellos a burócratas– y el intento de frenar una inflación que todos sabemos caerá, quiéranlo o no, hasta "desinflar" los ahorros de quienes los habían acumulado a base de restricciones y sacrificios.

Me llama mucho la atención como el lado fino de la soga está destinado a los trabajadores por cuenta propia (cuentapropistas en el neologismo cubano), sin detenerse a reconocer que el Sistema Socialista nuestro es un poco más funcional hoy día por el ahínco de ese medio millón de cubanos que han echado a andar producciones y servicios,cuando en manos estatales andaban patas arriba. Uno de estos servicios privados es el transporte en camiones que, sesenta años atrás, cargaban el ganado mayor y hoy trasladan seres humanos. Pero sucede que los choferes de estos vehículos, pésimamente adecuados para llevar personas, mantenían un precio relativamente aceptable al pasajero, porque compraban el diesel robado;–según Wilber, eufemísticamente,"por la izquierda", permitiéndose utilizar un término miamense.

¿Acaso explicó el periodista de qué lugar salía ese combustible "izquierdista"? Habría sido muy esclarecedor escucharlo. Pero, cerradas las llaves del acceso al robo, los camioneros han tenido que acudir a las vías estatales y pagarlo a tres veces el valor que antes le costaba. Ahora, al no permitírseles aumentar el precio de su transportación, las ganancias apenas le permiten sufragar el hidrocarburo y se generalizan todos los ardides del cubano para soslayar el tranque, mientras las terminales parecen manifestaciones del Primero de Mayo.

¿No habría sido mejor, Wilber, llamar la atención a los altos dirigentes de este país para que le vendan a los transportistas privados dicho carburante más barato, o sea, en moneda nacional (CUP) hasta conseguir una relación efectiva y real frente al costo del pasaje que este camionero cobra a sus usuarios? ¿No sería más consecuente realizar un estudio justo de acuerdo al capital que ese chofer pone en riesgo, el pago de sus ayudantes, los impuestos de la onat, el "fatigamiento" de su equipo, sus ganancias…; y en base a eso hacer los ajustes de una tarifa "topada"?

Claro que estos funcionarios burócratas de finanzas y precios, ahora beneficiarios por el aumento salarial, tienen otras ocupaciones que priorizar a favor de su benefactor estatal y contra esa población a la que ineluctablemente pertenece, aunque les resulte repugnante buscar una salida equitativa en modos de ajustes imparciales a los precios para el sector privado. Más fácil les resulta dictaminar pagarle al pescador una libra de jurel a $1.60 y redondearle el precio de venta a la población a $20.00. Es muy bonito cantar por los medios que hay que detener la inflación de los vendedores ambulantes y de mercaditos privados mientras se pone a la venta un nuevo pan a $8.00.

En conclusión, estimado Wilber, la solución está en "cambiar todo lo que debe ser cambiado", aunque esto conlleve a privarnos de economistas deshumanizados y parciales, y permitir a cualquier cubano promotor de ideas nuevas con ventanas abiertas al futuro, ventilar sus propuestas sin miedo a la censura "por todos los medios de expresión" como reza en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ah, y sobre todo: ESCUCHARLOS.

 

Pedro Armando Junco

1 comentario:

  1. … puedo señalar la docilidad de una población que lo acepta todo sin chistar, aunque le "caigan rieles de punta". Esto es lo más triste y es mi criterio atribuir esa docilidad a tantas décadas de información parcializada, que no dice mentiras, pero oculta toda la dura verdad existencial de la sociedad cubana.

    Este es el mayor ¨logro¨ de la Revolucióm Cubana, el sometimieno de la población de Cuba que les ha permitido estar 60 años ejerciendo un poder absoluto. La participación masiva y les elecciones al 99.99% son un mito. Detras de los desfiles con las banderitas hay una verdad que solo el pueblo de Cuba conoce.
    Liborio

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