domingo, 3 de mayo de 2020

Otra opinión sobre el coronavirus

Debido a la última explosión del coronavirus en la capital, noté al
presidente Díaz-Canel muy preocupado. No es para menos: Una
proliferación en masa del Covid-19, no solo se convertiría en algo muy
difícil de contener, sino que reduciría la capacidad de recursos
hospitalarios y de atención pública a niveles que pueden colapsar,
algo que hasta hoy ha sido clave del éxito en la contención de la
enfermedad.
La indisciplina y la chapucería –para utilizar sus propias palabras–
no pueden tener lugar en una lucha por la supervivencia de una
población de once millones de habitantes. Que hay que tener mano dura
con los irresponsables: ¡hay que tenerla! Sobre todo con los que
disfrutan compromisos de dirección.
Pero tampoco es la hora de andar cazando brujas para hacer creer a los
ingenuos que la falta de abastecimiento se debe a ese pequeño
grupúsculo de ilegales que siempre han existido y, de cierto modo,
facilitan al pueblo la posibilidad de adquirir un producto a
sobreprecio, si el comprador está en disposición de pagarlo.
Por ejemplo: se acabaron los vendedores de carne de puerco en Camagüey
por ofertar la libra a cuarenta pesos y "explotar al pueblo". Les
decomisaron la carne, los multaron y hasta se dice que a muchos los
llevaron detenidos. Sin embargo, en la tienda virtual de esta ciudad,
luego de convertir los kilogramos en libras y los CUC en pesos
nacionales, el valor de la carne de cerdo es de cuarenta pesos
también. La paradoja solo es explicable si convenimos en que las
carnes de puerco y las de cerdo son diferentes… o aceptamos que solo
El Estado es quien puede explotar al pueblo.
El pollo cada día aparece menos, así como otros productos que antes
nadie compraba en las shopping por sus precios elevadísimos, como la
sardina en lata, el picadillo de pavo, etc, etc, etc, que
desaparecieron por completo. La realidad está del otro lado de
cualquier justificación: ¡Se están agotando los recursos! Este país no
tiene reservas de alimentos para varios meses de pandemia, como
tampoco cuenta con el caudal económico suficiente para comprar en el
exterior los veintidós millones de platos de comida que consume la
población cubana en un día. De las cinco mil toneladas de arroz que
regaló Viet Nam hace unas semanas, y escuché en la calle comentarios
eufóricos, tocamos a una libra por persona. Los últimos pollos que
adquirí en la cola vienen de USA… y eso que estamos bloqueados.
No quiero extenderme, porque hay hilo para coser toda la tarde. Pero
tampoco voy a desperdiciar esta oportunidad para enviar un mensaje de
aliento al presidente Díaz-Canel por tomar tan a pecho la crisis que
se nos avecina:
Señor presidente: Cuba tiene recursos naturales para suministrar al
pueblo los alimentos más imprescindibles, siempre que se liberen todas
las trabas burocráticas de monopolio en forma de embudo que frenan a
los productores de este país. Permita usted, sin importunación de
ningún tipo, al campesino ganadero que venda la carne y subproductos
de su ganado, al agricultor que mercantilice sus cosechas, al pescador
que comercialice sus capturas con entera libertad y, aunque al
principio puedan aparecer traumatismos e irregularidades, todo irá
cogiendo su nivel y sobreviviremos. Si se enriquecen honradamente,
mejor. Esa riqueza quedará latente dentro del patrimonio de la nación.
Nuestro Apóstol dejó escrito: "Para hacer feliz a un pueblo, hacerlo
rico".

Pedro Armando Junco

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