lunes, 14 de septiembre de 2020

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He visto comentarios recientes en Facebook sobre la reunión que
sostuviera el presidente Obama con algunos miembros de la sociedad
civil cubana hace cuatro años. Y eso es bueno, porque ya eso es
historia; y es precisamente LA HISTORIA el sitio idóneo desde el que
podemos vislumbrar el futuro, porque en ella descubrimos los tropiezos
y errores humanos. Sobre el hecho, algunos creyeron en el astuto
caramelito obamista que traería la democracia a Cuba, como hoy otros
aseguran –lejos de la verdad igual que aquellos– que los "apretones"
de Trump obtendrán el derrocamiento del Gobierno actual.
Debo confesar que fui partidario de lo primero y testigo de aquella
inmediata inclinación mágica, acaso oculta desde siempre en gran parte
de la población cubana hacia el Partido Demócrata, con Eusebio Leal
feliz, mostrando la parte Vieja de nuestra Habana a la comitiva
presidencial; y la puesta en escena de Pánfilo y su grupo jugando al
dominó con el Señor Presidente de Los Estados Unidos de América. No
fue pecaminoso. Era "LA FE EN EL MEJORAMIENTO HUMANO" , el entusiasmo
en la apertura mediante la paz entre dos vecinos antagónicos, ambos
contenedores de la nación cubana. Hasta yo le grité en plena calle a
un acérrimo pariente revolucionario:
–¡Ya Obama no es malo, primo! ¡Barack Obama ahora es nuestro amigo!
Pero nada de esos sueños se concretaron. En vez de ser Obama el que se
impusiera con astucia, fue la dirección de nuestro país quien se
aprovechó de la fisura a la Ley Helms-Burton y todo continuó para
nosotros –los de a pie– de igual manera.
Por eso, no debemos ensoñarnos con políticas ajenas y abrir los ojos a
nuestra realidad. Los Estados Unidos se han apoderado durante sesenta
años de lo más emprendedor del pueblo de Cuba, de los más dispuestos a
trabajar, de aquellos con mayores aspiraciones individuales. De hecho,
gran parte de los cubanos de la Isla hoy sobreviven en las shopping,
gracias al dinero que envían por piedad aquellos hijos, padres,
hermanos y amigos que se fueron con una mano delante y otra detrás.
Conozco a muchos "viejos revolucionarios" aún recalcitrantes y
enclaustrados en que ESTO es lo mejor, que no han muerto de inanición
gracias a las remesas de la Western Union.
Tanto allá como acá persiste la expectativa de si será Biden o Trump
el ganador en las elecciones de noviembre, y por consiguiente el
encargado de alcanzar un cambio de sistema en Cuba. ¡Hasta allí
alcanza la fragilidad del amor propio de los buenos cubanos: esperar
de otros lo que nos corresponde llevar a término nosotros!
No se percatan de que el gran enemigo del Sistema que rige hoy la vida
de nuestro país no es el presidente Trump. Ni lo es el "bloqueo", cuya
falsa culpabilidad queda al desnudo en la envoltura de los paquetes de
pollo que sacan al mercado. El gran enemigo de este Sistema es su
ineficiencia, su improductividad, su constante mentir por los medios
de difusión a un pueblo que hoy tiene Internet, que ejecuta el
periodismo libre mediante Facebook y que trae consigo a más de cinco
millones de teléfonos celulares que les permiten leer, indagar,
comprobar qué es cierto y que no lo es, de lo que se le dice a
quemarropa.
La batalla es larga. La batalla, como todas las que "CUESTAN SANGRE DE
LAS VENAS O DEL ALMA" es dolorosa. Es tan dolorosa y larga, que
muchos no le veremos el final. Pero el final existe y terminará en
victoria, porque "TODO UN PUEBLO NO PUEDE PERMANECER ENGAÑADO TODO EL
TIEMPO" .
Ese es el sitio en el que debemos trabajar los que pensamos: informar
con veracidad, con valor y sin ofensa, porque si descontamos a los
millones de enclaustrados en las ideas sembradas en las últimas seis
décadas, a los acomodados oligarcas de cuellos blancos, a los
temerosos de perder la estreñida pensión que les pagan para
sobrevivir, quedamos en presencia de una generación de jóvenes que sí
van a cambiar a Cuba. Todo llegará, quiéranlo o no los que pretender
mantenernos callados y sumisos mediante la miseria: la libertad de
prensa, la libertad económica y, como consecuencia inmediata, la
libertad política.
Cierto es que hoy gran parte de nuestro pueblo solo vive para conocer
a qué shopping llegó el pollo, o las chancletas de baño, o el papel
higiénico; que por la noche asimila el Noticiero Nacional sin
objeciones y busca el sueño mirando la indigerible novela cubana y el
serial policiaco nacional en el que todos los policías son personas
buenas, amables y honradas.
Pero también es cierto que todo un pueblo subsiste en estado de
inercia productiva y eso es insostenible eternamente; más aún cuando
se persigue hasta a los comerciantes independientes y se les acusa de
delincuentes, sin reconocer que ese tipo de ente es casi tan necesario
como el productor en sí mismo. Y para colmo, ahora una pandemia que
amenaza en convertirse incontrolable a pesar de todos los esfuerzos y
solo se vislumbra como única medida salvadora, encerrarnos todos en
las casas.
Tengamos fe. Es lo que ahora se me ocurre decir…

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