miércoles, 17 de abril de 2013

Preámbulo al laboratorio Casa Cuba


Hace algunos días me llegó por e mail una propuesta del Laboratorio Casa Cuba: un proyecto más sobre el futuro constitucional de Cuba.
Como siempre, un proyecto auspiciado por la Iglesia Católica es un proyecto cuidadosamente elaborado, muy respetuoso, y con un sentido muy elevado de la justicia; con la mirada puesta a los años venideros de nuestra amada República. 
Este laboratorio social reclama la colaboración de toda la ciudadanía cubana, sin distinción de credos, principios político-sociales y, por supuesto –aunque no lo enmarca explícitamente –, diáspora nacional. Por lo que, de hecho, me hace recordar aquel otro proyecto de Vladimiro Roca y sus compañeros que hace más de una década dieron en llamar La Patria es de todos.
Cuba transita hoy –y me arriesgo a estar equivocado –por la más crucial de sus crisis económicas. Las anteriores, por duras que ahora parezcan, pudieron soslayarse gracias a la aparición, siempre milagrosa, de poderosas columnas ultramarinas que sostuvieron con éxito el Sistema; ayudadas, claro está, por el carácter obediente y estoico del pueblo cubano. Y de esto último –la obediencia y credulidad de la población –se desprende la posibilidad que tuvo el Gobierno para manejar a su antojo la incautación por el Estado de toda propiedad privada, los cambios de moneda –tanto el de los años sesenta como los demás –, la recogida del oro mediante el chen por bisuterías de ínfimo valor, y por último el juego de la doble moneda que entretuvo durante años la mentalidad ingenua de los “creyentes”.
Pero ya la Cuba de hoy no es la misma de años atrás. Como los gaticos del cuento, ya abrió los ojos y, gracias a la globalización informativa, el que más y el que menos escucha y ve lo que ante estaba vedado a sus ojos. La centralización de revistas, periódicos, radio y televisión –incluyendo todavía la restricción internáutica –se hace a un lado ante la avalancha de videos, CD, memorias flash, antenas parabólicas, etc., etc., etc., que han saltado la talanquera de la información oficialista antes solo posible de llegarnos, y por ende, proclives a creer. A propósito, me atrevo a arriesgar otro criterio muy mío: o la prensa oficialista cambia, o se convertirá en la burla del pueblo bien informado.
Algunas cosas han dado una vuelta, pero si nos proponemos un análisis profundo de dichos cambios, ni uno solo de ellos deja el cabo suelto: todas las aperturas mantienen su cadenita al cuello, “por si acaso”. Y ese temor a una apertura real, es lo que mantiene –sobre todo en la juventud –unas ansias de emigrar terribles; que, reitero, es el peor de los males que puedan sobrevenir al futuro de Cuba: el éxodo continuo de su pueblo joven: de los pinos nuevos de José Martí.
Pienso que es válido repetir por enésima vez que nuestro propósito no es cambiar de Gobierno, al menos por ahora, porque la historia de Cuba luego de la República de 1902 ofrece muy pocos ejemplos de integridad gubernamental; aquellos que consiguieron los más encomiables avances económicos, al final terminaron como sangrientas tiranías. Por ello nuestro propósito –y opino que lo es también del Laboratorio Casa Cuba –ha de ser que el Gobierno cambie su política: en lo económico, que no continúe esquilmando el mísero salario del obrero cubano con precios desproporcionados en las ofertas de artículos de primera necesidad. Que elimine la aberración de doble moneda. Que ofrezca la oportunidad de enriquecimiento a quienes, con honradez y talento, sean capaces de crearla, porque ese patrimonio particular también enriquecerá el patrimonio social; para que nuestros jóvenes puedan aspirar a tener algún día su carro propio, su cuenta bancaria en moneda válida para ir como turistas a otros países, la ocasión de solventar el más excéntrico de sus caprichos, y la oportunidad de crecer que hasta por Carlos Marx fue respetada en su inspirado socialismo: “A cada cual, según su trabajo”.
Por la urgencia que intuyo en frenar el éxodo, este es mi preámbulo al análisis de la propuesta del Laboratorio Casa Cuba. En próximos trabajos iré más al meollo de las propuestas.

Pedro Armando Junco


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