lunes, 17 de junio de 2013

Respondiendo al profesor Gavira



A raíz de mi crónica “Si de Camagüey se trata”, recibí esta pequeña esquela del profesor Gavira. Debo decir que él es un asiduo lector de los artículos que cuelgo en mi blog a pesar de no disponer de Internet. No sé cómo se hace de ellos, pero los consigue, los lee y los comenta. En esta ocasión hago pública su carta:

    Estimado amigo Pedro Junco:
El tema relacionado con el mal estado de casi la totalidad de las calles de la ciudad, es producto de ilegalidades que se han cometido en las redes conductoras de agua, las cuales son objeto de indisciplinas que traen consigo el deterioro de las calles y del servicio y daños a veces irreparables, como son la conexión de acometidas en conductoras principales que están diseñadas para conducir el agua  y no para distribuirla, así como la instalación de impulsores de agua o lo que es lo mismo, ladrones de agua que producen desbalance en las presiones de agua. Estas violaciones se cometen a la vista de todos, por lo que no ha existido  orden y tampoco disciplina, todo debido a la falta de exigencia de las autoridades. Da pena transitar por las calles de nuestra ciudad, como te dije al principio, porque están llenas de huecos. Observa los enormes y muy peligrosos  huecos que existen en las esquinas de San Ramón y Padre Valencia, y en la de San Ramón y Mojarrieta, solo para ponerte dos ejemplos de los muchos problemas que existen. Es muy difícil caminar por las aceras sin que te encuentres huecos. Me pregunto: ¿Estarán las calles así para celebrar el 500 aniversario de nuestra Villa? ¿Se mantendrán los alcohólicos “in crescendo” en busca de vino seco, Cuba Libre y ron barato, merodeando, molestando, ensuciando y orinando en las calles aledañas a la tienda “La Calidad” (es un eufemismo el nombre de esa tienda) de Astilleros y San Ramón que es ejemplo vivo de Una Obra cada vez Peor? Queda a solo una cuadra de la Plaza de los Trabajadores, por donde transitan cientos de turistas cada día. No le ponen cristales en el 2013, y sí en los años cuarenta, esta es una tienda que fue una de las más modernas, bonitas y funcionales de la ciudad desde los años cuarenta del siglo pasado. A los ojos de los visitantes quedamos como chapuceros, mediocres.
Saludos,
Prof. Alberto Gavira
Astilleros No. 11

Pienso que el destacado profesor de inglés Alberto Gavira ha tocado grosso modo dos o tres de las decenas de detalles que pueden señalarse en una crítica constructiva. Él vive al lado de la tienda La Calidad, anteriormente uno de los pocos y hermosos supermercados con que contaba la ciudad hace más de sesenta años. Los grandes cristales que servían de resguardo en la esquina de Astillero y San Ramón permitían al transeúnte mirar desde la calle las ofertas y sentirse atraído a llegar de compras. Hace solo unos días alguien rompió uno de esos cristales y la solución fue levantar paredes de ladrillos. Si el cristal roto hubiera sido el de una shopping lo habrían repuesto íntegramente.
También hace referencia a los mendigos alcohólicos que perviven bajo el portalón de esa tienda, de la cual obtienen vino seco y Cuba Libre (alcohol con azúcar y colorante). Allí pernoctan, y evacuan sus necesidades básicas a solo unos metros, en el callejón Mojarrieta, hoy urinario por excelencia de la Plaza de los Trabajadores. Pero los mendigos alcohólicos proliferan en múltiples sitios más: duermen en casi todos los parques, sobre los bancos de espera de los hospitales, en los portales de otras muchas bodegas. En cualquier sitio se les ve harapientos y muchas veces descalzos, hambrientos y alcoholizados. En el sitio al que hace referencia el profesor, son una constante varios de ellos, porque allí se expenden bebidas para el consumo hogareño como es el caso del vino seco, que ellos utilizan para embriagarse.
No obstante a este señalamiento, lo más vituperable de esta miseria consiste en que, frente por frente a la entrada de esa tienda, vive un periodista profesional que todos los días saca al aire noticias de los problemas que presentan otros lugares del planeta y no ha sido capaz de exponer este lamentable desastre social que se desarrolla a cuatro metros de la puerta de su casa, dando lugar así a que sean un simple profesor de inglés y un sencillo bloguero independiente quienes señalen, con espíritu constructivo y den la alerta con el propósito de que dichos problemas sean resueltos.
Cierto es también que nada impide al pueblo indisciplinado romper calles y tuberías maestras para sustraer agua sin permiso de algún tipo; o colocar motorcitos “ladrones”, sin que aparezca un funcionario y se lo impida, sino por el contrario –y esto se le escapó al profesor Gavira –, en los días de festejos públicos, se permiten fogatas sobre las calles asfaltadas, a sabiendas de que este derivado del petróleo arde y se daña, contribuyendo a incrementar los baches que todas las calles padecen.
No vivo al margen de las mejorías que el nuevo Secretario del Partido ha impulsado en Camagüey. Solo la restauración del Casino Campestre, parque insignia de la ciudad y único por su clase en Cuba, goza de un mérito muy aplaudido por el pueblo; porque aquel boscaje en ruinas, sin bancos donde sentarse y sede nocturna de sodomías bochornosas, hoy luce tan hermoso y atractivo como en sus mejores tiempos. El nuevo parqueo de ómnibus urbanos y el incremento de novedosas rutas que faltaban son encomiable ensayo de una dirección dinámica que pretende solventar problemas crónicos y acuciantes que anteriormente nadie hacía por solucionar. Y muchas obras más que de paso dan por pensar en la inoperancia de su predecesor.
Pero aún quedan cuestiones muy urgentes que resolver y que un solo dirigente no puede abarcar si no es ayudado por subalternos capaces de seguirle la ruta, más cuando quedan obstáculos por eliminar que escapan a su influencia como directivo.
Solo me resta responder a mi amigo Gavira que, tan preocupado como él del deterioro paulatino de la ciudad de Camagüey en más de una ocasión he tocado estos temas, pero no puedo convertir a mi blog en estribillo semanal. Sobradamente conocemos que las autoridades de esta ciudad están al tanto de los mencionados problemas. Quizás la dirección de la provincia se haya percatado de que algunas protestas públicas que aparecen cada vez más a menudo por ahí, tengan que ver con la caída en picada del nivel de vida poblacional. Sin embargo, continúan subiendo los precios de los artículos primarios, multando a personas que no dañan la vía pública ni causan perjuicios a la comunidad, y se olvidan por completo de equiparar salarios con necesidades proletarias básicas como planteara Carlos Marx en su obra cumbre.
Desoyendo el clamor de un cambio de mentalidad propuesto por el Presidente del país, se lucha por saludar el 500 aniversario de la villa rompiendo calles de concreto y plazas recién asfaltadas en buen estado; se cierra el tráfico en la parte más concurrida para incomodar a la ciudadanía, como para darnos a conocer el desprecio por tales señalamientos, que a fin de cuentas, para los sordos, no valen un comino. Por supuesto, conservemos la fe en que ese cambio de mentalidad que se promueve desde el buró presidencial vaya aparejado de un cambio de dirigentes ineptos y despreocupados y tenga efectos positivos muy pronto.

Pedro Armando Junco

No hay comentarios:

Publicar un comentario