Un serio amigo me
contaba su discusión con una dama administrativa nombrada Laura. Según su
testimonio, llegados ambos al consenso de que la dirigencia comete errores
garrafales –él, aseverando la corrupción y la ineptitud de muchos, y ella
doblegando su postura al hecho de que aquellos que dirigen llevan atadas las
manos para las más insignificantes determinaciones –encontró esta como salida a
su mala gerencia diciendo que “lo que más aborrecía en su vida era ser
dirigente”.
Como mi amigo es de esas
personas suspicaces y francas al extremo, se echó a reír en su propia cara. No
querer ser dirigente en Cuba es un acertijo tan difícil de hilvanar como
aquella vez cuando, en el programa de Amauri Pérez, el historiador Eusebio Leal
aseveró ser cristiano y marxista al mismo tiempo.
La discusión fue
subiendo de tono y mi amigo le propuso ocupara el lugar de un obrero suyo, de
esos que andan a pie, ganan apenas diez dólares mensuales y no cuentan con una
cuota de alimentos extra –el llamado módulo alimentario que reciben militares y
dirigentes –, entre otro montón de prebendas. Y para colmo la remató:
–Compañera Laura, la
hipocresía tiene su límite. Más allá de ese límite, se llama descaro.
Cuento esta anécdota
porque en el mundillo de la dirigencia cubana lo que más abunda son los
abdómenes prominentes y los rostros mofletudos. Aunque es válido aclarar el no
a la generalidad, ya que existen panzudos que dirigen bien y esqueléticos que
son un desastre, es imposible negar la razón a la directiva que fustigó el caso
de las manos atadas en la administración; pero tampoco es mentira que el
acomodamiento y la ineptitud señalados por mi amigo dejen de ser la peor de las
rémoras que arrastra la dirección administrativa de este país.
Sin embargo, mi criterio
generaliza e incrementa las causas en la conjunción de todos los factores: los
ya citados y otros muchos más. Me atrevo a colocar entre los más significativos
la poca implicación del pueblo en las opiniones a escuchar y llevar a cabo. En una
esquina al azar, donde conversen dos o más personas, puede escucharse el
discernimiento privativo de cualquier persona que sobrepasa los límites del
criterio oficial y que sería digno de escuchar y tenerse en cuenta. Nuestro
pueblo de hoy es un pueblo con mayoría ilustrada a pesar de la zaga vulgar que
nos lastra como sociedad general. Y esa población culta y consciente del
desequilibrio social que estamos padeciendo contiene una riqueza medular en
personas sumamente intuitivas que si se les permitiera la voz pública, ofrecería
criterios muy convenientes a tener en cuenta.
Por el contrario, somos impotentes
ante directrices a veces dantescas; callamos por la falta de voz ante ejecuciones
perniciosas y poco populares, que dan motivo para pensar en el muy reducido número
de cerebros que determina lo que ha de hacerse en el gigantesco monopolio
estatal y lo muy poco aptos que son dichos encéfalos para conseguir el buen
funcionamiento de la sociedad. Y como ejemplo puedo escoger un fiasco de
dirección que en estos momentos está afectando a toda la ciudad de Camagüey:
las llamadas obras de reestructuración del Casco Histórico camagüeyano para
saludar el 500 aniversario de su fundación.
El Casco Histórico de
Camagüey está intransitable. Se pretende ejecutar en menos de un año lo que
desde hace decenios se pudo venir haciendo. Si nuestros dirigentes conocían que
la ciudad cumplirá 500 años el 2 de febrero de 2014, ¿por qué no comenzaron las
obras poco a poco desde el año 2000 o desde mucho antes? El resultado no se hará
esperar el día del cumpleaños. Quise apostar con alguien que para esa fecha el
proyecto de los cines no estará culminado, pero no aceptó el reto; y de
estarlo, todo será un maquillaje para los festejos y luego arrancar los
cosméticos y buscar la manera de una seudoterminación, no importa cuánto tiempo
después y lo mal hecha que resulte.
Apruebo con aplauso la
obra hidráulica que hubo de esperar por Tapia –nuevo Secretario del Partido en
la provincia –para acometerse. Pero romper tantas arterias importantes del
Casco Histórico a un mismo tiempo, es poco menos que un sabotaje a la ciudad y
a los que nos movemos en ella. Además de esto se desarrollan los proyectos de
embellecimiento que han dado al traste con los parqueos, el cruce
automovilístico y la viabilidad peatonal; así que dentro de poco, para asistir
a la escuela o la policlínica tendremos que trasladarnos en helicópteros.
Al parecer lo que se
pretende es un baño cosmético en el centro de la ciudad para el ojo turístico,
no importa que cientos de viviendas amenacen derrumbarse de un momento a otro, continúen
las calles en deterioro tal que hasta las rutas de ómnibus se hayan desviado,
el deambular de mendigos alcohólicos callejeros vaya in crescendo, etc., etc., etc.
Por eso reitero lo
impostergable que es conversar con el pueblo. La población está molesta,
enfadada, harta con este lastre más, encima de las tantas penurias que soporta.
Los “tanques pensantes” de estos macro proyectos nunca tienen en cuenta al
ciudadano de a pie, que es la verdadera razón de ser de una sociedad. “Cada uno
a su negocio”, porque no hay nadie a quien le esté permitido colocar un “pero”.
La prensa que llega al pueblo, la oficialista, en su totalidad: radial,
televisiva y escrita, continúa lamiendo zapatos sucios para luego decir que se
ven lustrosos. Apenas hay algún periodista oficial que se “extralimita” y
enseña el collar, pero se cuida mucho de mencionar el perro. El nuevo espacio
radial y televisivo del Secretario del Partido ha creado buenas expectativas,
pero solo el tiempo dirá si los resultados son los que la población espera.
Todo lo contrario ocurre
con los blogueros de Internet: pueden emitir críticas y recibirlas. Cada cual
es el propio editor y responsable de sus enunciados. No existe la censura
cuando se echan al ciberespacio las ideas, y a los que reciben el mensaje les
está permitido ripostar al momento y de forma directa: maravillosa perspectiva
del siglo XXI. ¡Pero la población cubana no tiene cómo llegar a ella, ni
siquiera cómo buscarla!
Algunos amigos que
siguen mi blog señalaron críticamente el elogio al plan vacacional que la UNEAC nos ha facilitado.
Hubo hasta quien insinuó haberme dejado comprar. El respeto por la opinión
ajena, lejos de ofender, me enaltece. Hasta siento complacencia por el celo de
esas personas que en otros momentos han catalogado mis artículos como valientes
y arriesgados. Pero decir la verdad ha de ser siempre mi postura.
Lo bueno hay que
mencionarlo también. Y si algo hallo censurable en mi comentario anterior es
haber callado que ser miembro de la
UNEAC es, en definitiva, un privilegio. Pero siempre un
privilegio muchísimo menor que el que disfrutan otros por su condición de
directivos que no son artistas ni escritores.
Quien sueñe con la preeminencia
de sobrevivir, aunque sea unas décadas, después de su paso por la tierra, teniendo
en cuenta la alta velocidad de la evolución social que acelera el mundo de hoy,
persevera en la virtud…, o renunciando al sueño del reconocimiento póstumo,
abdica de ella para intentar colarse en el mundillo de Laura. Mi anterior comentario
de elogio a las cabañas de la
UNEAC puede servir como ejemplo de la imparcialidad
permanente de mis bloguerías. Porque lo que justifica el derecho a exponer
criterios provechosos es llamarle pan al pan y vino al vino.
Pedro
Armando Junco
Hermano,formidable artículo me has mandado,muchas gracias,lo publicare en Facebook para q mis amigos lo disfruten,siempre los publico y tienes seguidores,hay algo q señalas q es la postura d la población q en cualquier esquina se pronuncia y dejas entrever q no es así cuando hay q decírtelo al perro d frente pero llamando al pan pan y al vino vino no podemos olvidar los fusilamiento y campos d concentración dirigidos por el mismo perro,lo positivo en esto es la nuevas generaciones q no lo vivieron y serán quien le diga perro al perro,pan al pan y vino al vino....
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades,Luis Carracedo Roque.
Junco este es el texto del correo q no recibiste.