lunes, 4 de noviembre de 2013

Cuatro pasos para una genuina inserción de Cuba en las democracias socialistas latinoamericanas


Según pude ver por el Noticiero de la Televisión, el profesor Calviño continúa ofreciendo conferencias a importantes directivos del país sobre el urgente y necesario cambio de mentalidad en el pueblo y en la dirigencia cubanas.
El profesor Calvino –ya lo he dicho en otras ocasiones –es nuestro sicólogo mayor, o al menos el más conocido, y de hecho el más carismático, querido y respetado por la población cubana de la Isla. Su espacio Vale la pena le ha servido para ganarse la simpatía de una ciudadanía culta, y es punto de referencia muchas veces en cualquier sitio donde se discute un tema cotidiano.
Según pude interpretar de la noticia televisada, el “profe” se ha convertido en algo así como el caballo de batalla tomado por la alta dirección del país para hacer entender a la dirigencia cubana los cambios que pretende ejecutar en el contexto político del Partido.
Yo obtuve –por la izquierda, por supuesto –una larga conferencia suya de estos avatares. Más de una hora explicando, lanzando símiles, recordando anécdotas, ilustrando con parábolas como Jesucristo, a ver a si por fin nuestros dirigentes entienden que cambiamos o nos hundimos. Y lo más presente que guardo en la memoria de dicha conferencia es cuando afirmó que no puede esperarse un cambio de ideas en la población sin un cambio de mentalidad en la dirigencia que, de hecho, está en el Partido.
Junto a Calviño, otros investigadores –recuerdo en específico a un economista de apellido Triana –plantean lo mismo. Y una amplia gama de intelectuales más, sobre todo periodistas, politólogos y blogueros, brindan opiniones muy originales y dignas de ser escuchadas al menos.
Lo que no admite réplica es que el cambio debe efectuarse en la dirigencia. Porque en el pueblo ya se ha operado un cambio que, por cierto, tiene tantos matices que a veces asusta. Ya muchos opinan como única salida no solo la emigración definitiva, sino se está gestando el feto más temido por el Apóstol: el anexionismo. 
Y ante tal llamado de alerta quiero presentar mi granito de arena mediante cuatro pasos a seguir, y así ponernos a tono con las hermanas repúblicas socialistas latinoamericanas, incluyendo a las más radicales.
   
El primer paso sería la libertad de expresión por cualquier medio; y de información, venga de donde venga, incluyendo el acceso a Internet. Un pueblo culto, capaz de pensar correctamente y proponer caminos para el futuro de la Patria, ha de tener derecho a una comunicación total, y a que se le escuche. La centralización de los medios difusivos, la política de ocultamiento, mansamente llamado secretismo, y el doble rasero noticioso, han sido el principal motivo de incredulidad en la población cubana. Ocultar la verdad o disfrazarla, es la manera más sórdida de mentir. Y la falacia mayor radica en predicar el cambio de mentalidad y no permitir que se efectúe.
El segundo paso estaría en consentir un sindicato libre, fuera de toda injerencia estatal ni partidista, capaz de aglutinar gremios competentes a la hora de promover el equilibrio salarial hasta adecuarlo en correspondencia con los altos precios de los artículos de primera necesidad. En una verdadera Revolución de trabajadores es inaceptable la imposición de un sindicalismo estatal, puesto que el Estado suple el rol del amo capitalista y se convierte de hecho en explotador de las masas. Deja de existir la explotación del hombre por el hombre, para el nacimiento de la explotación del hombre por el Estado. Ahora que el país cuenta con diferentes gremios de trabajadores por cuenta propia, es factible la implementación de estos sindicatos independientes.
El tercer paso obraría en la autorización de consumo y libre comercialización de toda suerte de artículos y alimentos, sin limitaciones, incluyendo la carne de res, sus derivados y productos del mar, exceptuando solo las armas y las drogas. El problema mayor de la sociedad cubana radica hoy en la restricción alimentaria, el costo elevado de la comida en general y el estrecho margen para su mercantilización.   
El cuarto paso consistiría en la legalización de grupos opositores pacíficos, facilitándoles los medios difusivos más importantes para llevar a la población sus ideas y proyectos. Y a partir de ello, podría desarrollarse una batalla de ideas justa y verdadera, en la que el pueblo, como árbitro supremo, determinara el camino a seguir.

Un cambio de mentalidad verdadero y profundo trae riesgos políticos complicados y difíciles. Pero hay que asumirlo antes del colapso. Tiene que ejecutarse aparejado a un cambio de actitud y funcionabilidad estatal sin precedentes. Abrir, no cerrar. Acercar, no alejar. Ofrecer, no quitar.
En Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, las más radicales repúblicas socialistas de nuestro hemisferio, se respetan estas cuatro propuestas y todavía muchas aperturas más no mencionadas aquí. Rechazar estos pasos traerá por consecuencia un aislamiento mayor y por lo tanto, convertiría a Cuba en la oveja negra del grupo de países socialistas latinoamericanos.

Pedro Armando Junco

1 comentario:

  1. Amigo Junco,leí tú artículo,muy bueno pero tengo q señalarte q no es un granito d arena lo q aportas,es un camión d bloques... y otra cosa....Esos cuatro puntos son los cuatro mas odiado por tú gobierno,es pedirle q dejen d existir,es pedir lo q todos les hemos pedido por 55 años,¡¡¡Que se vayan¡¡¡.Los países q pones d ejemplo son democracias,q con fraudes y muchas cosas mas pero d alguna manera fueron elegidos o por lo menos la población participó en su elección,Cuba es una dictadura y d las duras....Lo q no se ha podido hacer en 55 años cien mil Calviños no lo lograran.Amigo,te vuelvo a felicitar por tú valor,por pedir algo imposible a la dictadura y en su misma cara,eso tiene mucho mérito.

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