Algunos días después de escribir "Academia" viajé a Guáimaro. Era mi compromiso de venta de los últimos ejemplares de La furia de los vientoscon el municipio más oriental de Camagüey. Diusmel vino a buscarme personalmente. Diusmel es uno de los jóvenes talentos guaimareños que viven para la literatura y el arte.
Para sorpresa mía me hospedó en la casa de su abuelita, una señora entrada en años pero con energía fabulosa. En su casita humilde vive acompañada de su nieto, aunque constantemente sorprende la llegada de Miriam, su hija madre de Diusmel, poetiza de literaturainfantil, con caudal de premios y publicaciones que muchos de acá quisieran tener.
Lo más significativo para mí de ese hogar tranquilo y sencillo, fue la ratificación exhaustiva de un concepto muy sabio que daba vueltas en mi cabeza desde hace tiempo: la humildad y la sencillez van de la mano con la sabiduría y la felicidad. En la casa de Diusmel Machado y su abuelita se percibe una seguridad que nos hace sentir a gustopleno.
Esa tarde fuimos a concertar las presentaciones del día siguiente. Nos recibieron en Radio Guáimaro y salimos al aire con invitaciones para los cuatro lugaresavisitaral día siguiente:la Facultad Obrera y Campesina, una de las dos shopping más importantes del poblado, la manufacturade despalille de tabacos y el hogar de embarazadas. Todo en una tarde sin descanso. También pude constatar que los pobladores de Guáimaro gozan de amplia simpatía por la cultura, porque hasta los bicitaxistas y cocheros que nos trasladaban de un sitio a otro, resultaron personas amables, educadas y apremiadas a servirnos sin el requerimiento del interés monetario por sus servicios,diferente a como ocurre en otros lugares del país. Puedo asegurar, arriesgando la metáfora, que en Guáimaro existe un microclima cultural muy extendido.
Al siguiente día continuaron lloviendo las sorpresas. La mayor de todas la recibí en la presentación de mi libro en la FOC ante profesores, estudiantes, bibliotecarias y público. Luego que Diusmel ofreciera una panorámica de los relatos contenidos en la obra, me pidió leyera algunos párrafos y escogí al que narra Olegario Viñafaña cuando va perdiendo uno tras otro a sus cuatro hijos por la arremetida del ciclón. Es cierto que hasta a mí se me hace difícil leer ese texto de mi propia mano y no me abochorna decir que lo escribí llorando. Cuando terminé los fragmentos del testimonio y levanté la vista, vi a muchos sacando los pañuelos y secandolágrimas.
Debo acotar, por si algún detractor mal intencionado piensa que escribo esto con el objetivo de promocionar mi obra, que ya esta quinta edición de La furia de los vientos está agotada totalmente. Para la última presentación en el hogar de embarazadas no quedaron libros y tuvimos que reservar uno como muestra.
Escribo esta remembranza en mi blog para saludar al pueblo guaimareño: hospitalario, sencillo y culto. Guáimaro, cuna de nuestra primera Constitución: verdaderamente liberal y democrática hasta las últimas consecuencias, gracias al verbo y la dignidad de Ignacio Agramonte y al acatamiento del criterio desigual que desplegó Carlos Manuel de Céspedes.
Quizás por eso Guáimaro es cantera de escritores y poetas. Viven allí, mesclados entre una población privativa de cultura, junto a Miriam y Diusmel, Roberto Machado, Odalis Leyva, Miguel Borroto, Domingo Peña y otros muchos que escapan a la memoria,y mantienen vivo un microclima de intelectuales camagüeyanos.
Para el bello pueblo de Guáimaro mi respeto y mi cariño.
Pedro Armando Junco
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