viernes, 5 de junio de 2020

Respuesta a una amiga en Facebook

Mi crónica del dos de junio "Hechos históricos dignos de la
posteridad" ha tenido más de una veintena de comentarios aprobatorios.
Sin embargo, una compañera trinitaria me señala con diez adjetivos
bochornosos.
Soy tan liberal frente a quienes me responden en desacuerdo que hasta
los felicito por atenderme. Y en honor a esa amiga en Facebook quiero
responder sus diez adjetivaciones.
Me dice: Críticas, soberbia, ego, burla, desprecio, intolerancia,
superioridad, ironías, indolencia, oportunismo.
Admito que mi post es una sátira: crítica irónica y burlesca (ahí van
tres delante), muy propia de mi estilo en época de Coronavirus con sus
limitaciones incluidas, ya que considero positivo hacer reír para no
llorar. Desde los lejanos tiempos de Juvenal, Rabelais, Voltaire y
tantos escritores más ilustres que yo, se utiliza este método, pues
contradecir al amo trae funestas consecuencias. Si nos obligan a decir
que el cielo es rojo, como a Galileo que la tierra es inamovible, el
mejor método es gritar: " ¡miren qué cielo más rojo…!" Si algún
fundamentalista nos llama a contar y nos acusa de haber mencionado el
color del cielo, porque en realidad es azul, le respondemos: ¡Yo dije
que rojo; lo de azul lo dijiste tú!
Las acusaciones del ego y la superioridad quedan fuera de lugar en mi
persona, porque hasta en la última entrevista que me realizaron hace
unas semanas recalqué mi condición de campesino nato, domador de
caballos y ordeñador de vacas.
¿Dónde están la soberbia y el ego? Quizás estés confundiendo esas
palabras con mi dignidad, cuya raíz entraña decir lo que pienso, para
considerarme un hombre honrado, digno del Maestro, como deseó fuéramos
todos los cubanos.
¿Oportunismo? ¿Quién me paga por lo que escribo? ¿Indolencia? No
menciones la soga en casa del ahorcado, porque indolente es eso que tú
defiendes.
Ahora bien; mi intolerancia ante el maltrato que sufrimos los
ciudadanos de a pie cuando se nos priva hasta de los alimentos básicos
como son la carne de res, de cerdo, el pescado, los mariscos y hasta
la vianda y el queso que nuestros campesinos producen y tienen que
entregar en su totalidad al gobierno para una supuesta repartición
equitativa, sí la asumo: soy intolerante ante la injusticia, porque
como también nos enseñó Martí: Ver en calma un crimen, es cometerlo.
¿Y desprecio? Claro que siento desprecio por esas mujeres que poco les
importa entrarse a trompones en una cola de poyo sin el más mínimo
sonrojo… y mayor desprecio aún , por los que, gracias al disfrute de
pequeñas prebendas, o por miedo a expresar sus inconformidades, acusan
a quienes tienen el valor y el derecho, incluso constitucional, a
reclamar lo que les pertenece.

Pedro Armando Junco

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